El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha llevado a cabo una nueva y contundente purga política al encarcelar a Bayardo Arce Castaño, un histórico exaliado del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
Para Dora María Téllez, exguerrillera y expresa política, la detención de Arce se produce en un contexto de creciente represión y consolidación del poder familiar, y sigue a las medidas tomadas contra otras figuras emblemáticas del sandinismo, como Humberto Ortega, quien murió bajo arresto domiciliario, y Henry Ruiz, actualmente bajo la misma condición.
“Lo que une a Arce, a Ruíz y a Humberto Ortega, es que los tres eran miembros de la Dirección Nacional histórica del Frente Sandinista. (Ahora) Los tres fueron secuestrados, sin orden de captura, sin orden del juez, ni nada. Esto fue un secuestro”, explicó Téllez.
Intentan eliminar obstáculos
Cabe destacar que Arce, quien no había mostrado críticas públicas contra el régimen, se ha vuelto otro ejemplo claro de que la lealtad incondicional no garantiza la seguridad en un sistema que busca eliminar cualquier figura con poder político o económico que pueda representar una sombra a la cúpula familiar.
La detención de Arce, que fue por años asesor económico presidencial y pieza clave en el pacto con el sector empresarial, revela una escalada en la política de terror y castigo que el gobierno ha implementado desde 2018.
De acuerdo a la historiadora Téllez y algunos analistas políticos, esta acción no es una simple venganza, sino una necesidad política para garantizar una sucesión de poder sin obstáculos. La reconfiguración total del poder se dirige a blindar al núcleo familiar de los Ortega-Murillo, eliminando a «los intermedios» que alguna vez sirvieron como enlaces o tenían su propia cuota de influencia.
Con la figura de Daniel Ortega en declive por su salud y edad, Rosario Murillo busca pavimentar su camino al poder total, así como el de sus hijos, arrasando con cualquier liderazgo histórico que pueda representar un obstáculo.
Debilidad y temor de la dictadura
Para la exguerrillera esta purga sistemática deja en evidencia la debilidad y el miedo que, paradójicamente, subyacen en el régimen. La constante campaña de terror, los arrestos arbitrarios y la falta de respeto a la dignidad humana no son signos de fortaleza, sino de la fragilidad de una dictadura que no ha superado las protestas de 2018.
La cúpula familiar tiene pánico a un nuevo levantamiento popular, y por ello busca sofocar cualquier atisbo de oposición, incluso entre sus propias filas. Lo que ha sucedido con Arce, un incondicional del régimen, envía un mensaje claro a todos los que alguna vez formaron parte del Frente Sandinista: nadie está a salvo.
En este panorama de incertidumbre, la militancia sandinista, aunque silenciada, muestra su irritación a través de canales no oficiales, evidenciando las fisuras internas. La dictadura de Ortega-Murillo, que se sostenía con una base social y política, ahora se mantiene únicamente por el uso de la fuerza y el terror, lo que, para la expresa política y exguerrillera, la hace aún más frágil. Mientras tanto, la población en general vive bajo la constante amenaza de ser perseguida y castigada.
Tras la detención del excomandante Bayardo Arce y la condena del general retirado Álvaro Baltodano, otra figura emblemática del sandinismo ha pasado a la clandestinidad: Lenin Cerna, exjefe de la temida Seguridad del Estado. Acusado de ser uno de los principales arquitectos del aparato represivo del Frente Sandinista, Cerna huyó para evitar su arresto, marcando un nuevo capítulo en la purga interna liderada por Rosario Murillo.
Según el medio Divergentes, Cerna abandonó su residencia el lunes 28 de julio junto a su esposa, Marisol Castillo, al enterarse de que la Policía lo buscaba. Desde entonces, permanece oculto en casas de seguridad.
La Policía ocupó su vivienda y desmanteló su equipo de seguridad personal, una señal clara de que la represión ya no se limita a opositores o disidentes en el exilio: ahora alcanza también a figuras históricas del sandinismo, forjadores del régimen, considerados leales hasta hace poco a Daniel Ortega.
Bayardo Arce Castaño, por su parte, se encuentra bajo arresto domiciliario desde el lunes. En paralelo, el general Álvaro Baltodano, quien también ocupó altos cargos en el gobierno, fue arrestado el 14 de mayo de 2025 y condenado el 9 de junio a 20 años de prisión por “traición a la patria”, en un juicio sumario realizado por videoconferencia desde la cárcel conocida como “La Modelo”.
Cerna, Arce y Baltodano fueron guerrilleros en los años setenta y desempeñaron roles fundamentales durante el ascenso y consolidación del Frente Sandinista en los años ochenta. Hoy, la vieja guardia sandinista enfrenta la misma maquinaria represiva que ellos mismos ayudaron a construir.
A pesar de todo, la esperanza de una transición democrática, basada en la unidad y la búsqueda de justicia, sigue siendo la visión de futuro para una nación que ha sido despojada de sus derechos y libertades por parte de la pareja presidencial.