El más reciente informe Entre el aislamiento y la alineación autoritaria del Centro de Estudios Transdisciplinarios, CETCAM, la política exterior de Nicaragua se transformó tras el regreso de Daniel Ortega a la presidencia en 2007, sirviendo como una herramienta fundamental para la consolidación de un proyecto autoritario y la creación de redes patrimoniales.
Esta estrategia dependió inicialmente de la cooperación venezolana, aprovechando el auge petrolero y la adhesión de Nicaragua a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). Esta cooperación fue clave para establecer los cimientos de un modelo de financiamiento paralelo y opaco.
Este esquema de financiamiento se gestionó a través del conglomerado privado Alba de Nicaragua (ALBANISA), que operaba fuera del presupuesto nacional y carecía de mecanismos efectivos de rendición de cuentas. ALBANISA, cuya propiedad se divide entre Petróleos de Venezuela S.A (PDVSA) con el 51% y Petróleos de Nicaragua (Petronic) con el 49%, empezó a ocupar espacios económicos estratégicos en sectores como la construcción, las microfinanzas y, crucialmente, la energía.
De las primeras plantas térmicas venezolanas nació ALBA Generación, un negocio que se convirtió en la fuente de cientos de millones de dólares para la familia Ortega-Murillo, llegando a suplir hasta el 50% de la necesidad eléctrica del país.
La administración de estos recursos fuera del control estatal permitió, como documenta el informe del CETCAM, que la familia Ortega-Murillo y su círculo cercano consolidaran un Estado patrimonialista. Bajo este modelo, la distinción entre el patrimonio público y el privado de los gobernantes se borra, y el poder estatal se ejerce como una extensión del poder personal y familiar. Con estos fondos se financió la adquisición o creación de negocios en diversos sectores, incluidos medios de comunicación, bienes raíces y seguridad.
A pesar del discurso antiimperialista, la política exterior del régimen durante este periodo adoptó una estrategia pragmática de «doble vía». El informe del CETCAM subraya que Ortega evitó acciones hostiles hacia Estados Unidos, que siguió siendo el principal socio comercial de Nicaragua a través del DR-CAFTA.
El cumplimiento de los acuerdos comerciales y la estabilidad macroeconómica—que resultó en un crecimiento estable del Producto Interno Bruto (PIB) con la excepción de 2009—, combinada con buenas relaciones con organismos financieros multilaterales (como el Banco Centroamericano de Integración Económica, BCIE), blindó a Ortega de las críticas internacionales durante su consolidación autoritaria. Sin embargo, a medida que el apoyo venezolano declinaba a partir de 2012 con el colapso del chavismo, la deuda de ALBANISA fue incorporada posteriormente como deuda pública, sin pasar por controles democráticos.
Foto: Radio Corporación