Dr. Leonel Arguello Yrigoyen | Médico especialista en Epidemiología
Por qué estamos fracasando, lo pregunto en plural, porque son dos los actores que podemos lograr el control de esta enfermedad transmitida por un mosquito, me refiero al gobierno, principal rector de la salud en el país y la población, sin cuya participación consciente y decidida no puede haber éxito ninguno.
Cuando se tiene un programa de control, se realiza seguimiento y evaluación, lo cual consiste en recolectar datos de la enfermedad en tiempo, lugar y persona con datos desagregados de edad y sexo, así como información del vector transmisor y su comportamiento, todo lo anterior se analiza, comparando las intervenciones que se realizan, educación, visitas a casas, oficinas, negocios, entre otros, identificación y eliminación de criaderos, utilización de insecticidas y de larvicidas, tratando de identificar qué funciona y qué no, respondiendo a las interrogantes, entre ellas la más importante, por qué no se ha alcanzado el control, para luego emitir recomendaciones y elaborar un plan de acción que permita implementar y monitorear la aplicación de las mismas. Este es un proceso continuo, donde acumula lecciones aprendidas, acopias las buenas prácticas y estás rindiendo cuenta de forma transparente a la población sobre los resultados alcanzados.
Recordemos que esta es una enfermedad producto del comportamiento humano y debemos profundizar sobre éste, qué estoy haciendo o que estoy dejando de hacer que favorece la enfermedad o que más debería hacer. Esta pregunta la debemos formular a nivel de gobierno, comunidades, familias e individuos. En realidad, somos el problema, parte del problema, qué debemos hacer para cambiar la realidad y gozar de una mejor salud y bienestar. Vale destacar aquella máxima que dice que si hacemos siempre lo mismo obtendremos iguales resultados.
En nuestro país continuamos botando basura y no tenemos la conciencia de que ese pequeño acto es capaz de generar una serie de enfermedades que van a causar sufrimiento y muerte, por favor no sea cómplice de asesinato, porque no botar la basura en su lugar es contribuir a que la enfermedad nos afecte innecesariamente, además, en el caso del Dengue, sí ya lo padeces una vez y te vuelve a dar, tus posibilidades de complicarte y fallecer son mayores, estando en nuestras manos la posibilidad de cambiar nuestro destino. Ya te imaginarás, si te enfermas de niño cuántos años tenés de posibilidad de adquirir la enfermedad nuevamente por otro tipo del mismo virus, realmente queremos que nuestros hijos e hijas se vayan con esa herencia social peligrosa.
Las desigualdades sociales y económicas, de las cuáles nuestro país tiene uno de los primeros lugares en América latina y el Caribe, solo con recordar que tenemos más de doscientos multimillonarios en el segundo país más empobrecido del continente, sumándole a eso el alto nivel de corrupción, la incapacidad científico técnica o bien la decisión política de no aplicarla, más la ausencia de rendición de cuenta y transparencia en los datos y la falta involucramiento de la población de forma consciente, seguirán impidiendo el control de esta enfermedad. Ya en Nicaragua se demostró que, sin insecticidas, con solo educar a la población el mosquito Aedes aegypti se controla.
Por eso además de las causas estructurales y sociales, así como de poder, hagamos unas cuántas preguntas: 1-¿Tenemos los datos suficientes para caracterizar el Dengue en Nicaragua y su afectación poblacional desde el punto de vista de salud, económico y social?, si es así porque no se presentan o se actúa en consecuentemente. 2-¿Contamos con los datos suficientes del vector, su comportamiento, sus hábitos diurnos, sus criaderos preferidos, su resistencia o sensibilidad a los insecticidas? 3-¿Estamos realmente educando a la población, participa de forma efectiva? 4-¿Tenemos la capacidad, gobierno y población, de asumir que vamos mal, rectificar y tomar la ruta correcta? Conteste cada uno y veremos que nos depara el futuro inmediato y mediato.
Otras reflexiones del autor.