Gioconda Belli en su casa de Managua, ahora robada por la dictadura.

“Mi casa se llenará de fantasmas y no habrá ser que la habite que pueda ser feliz en ella”. De esta manera se manifestaba hace unas horas la escritora nicaragüense Gioconda Belli al diario español El País al conocer que el régimen Ortega Murillo allanaba su casa en Managua en lo que imprecisamente se ha llamado confiscación y que sencillamente no es más que un robo con violencia, al más puro estilo delincuencial que caracteriza a la tiranía que subyuga a los nicaragüenses. Oficiales de la policía del régimen y de la Procuraduría General de la República asaltaron la propiedad de Belli, en Carretera Sur de Managua, confirmando, una vez más, lo que el mismo martes 12 de septiembre señalaban en Ginebra los expertos de Naciones Unidas: Todo el aparato del Estado en Nicaragua participa de los crímenes de lesa humanidad ideados por Daniel Ortega y Rosario Murillo.

El asalto a la propiedad de la escritora se ha producido siete meses después de que los tiranos perpetraran otra grave violación contra ella y otros más de 300 nicaragüenses como fue el despojo de su nacionalidad, en contra del artículo 15 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero este no es el único robo que ayer ejecutó la dictadura. También fue allanada la vivienda del hijo de Gioconda Belli, Camilo de Castro Belli, al que también habían despojado de su nacionalidad. Periodista y documentalista, está exiliado en Costa Rica.

Los robos violentos de propiedades de opositores son una práctica habitual con la que el régimen coarta derechos y libertades en el país. Hace unos días lo hacía también con la casa del defensor de derechos humanos Gonzalo Carrión y en el mes de julio con la casa del escritor Sergio Ramírez en Masatepe, que funcionaba como sede de la Fundación Luisa Mercado. Uno de los primeros asaltos de este tipo que perpetraron los servidores de la dictadura fue el de la casa de habitación por más de 36 años de la directora de Agenda Propia Nicaragua, la periodista Patricia Orozco, hace dos años.

Con esta nueva vulneración de los derechos humanos en un país que vive sumido en una cruenta dictadura, el régimen ahonda más en un pozo que pareciera sin fondo y escribiendo las páginas más oscuras de la historia de la infamia en Centroamérica. La sombra tenebrosa de los Ortega Murillo se cierne esta vez, que paradoja, en un lugar que fue luminoso, una espacio que como escribía en su cuenta de Twitter Gioconda Belli, siempre contendrá el recuerdo de su energía creativa, la huella de sus libros y el paisaje que más amaba.