Para Manuel, su vida se convierte en un «camino hacia la marginación» que quiso dar por finiquitado un día que se lanza a andar por la autopista, al sol, para que todo acabe. «Me encontraron tirado en Fuente el Saz», ese fue el comienzo de su recuperación.
Manuel tiene 60 años y hoy puede decir que está «enfocado». Pero no ha sido siempre así. Con 40 años dejó de trabajar para atender a su madre enferma quien murió diez años después, por lo que tuvo que salir de la casa familiar al decidir con los hermanos venderla. Sin trabajo, con cientos de entrevistas a sus espaldas que finalizaban al decir su edad, se vio obligado a dejar la habitación en la que vivía por falta de ingresos, «no le vas a cargar a la patrona con tus problemas». Ese primer día en la calle, fue duro, «no te lo acabas de creer, vas con tu maleta, sin dinero porque todo se ha acabado, no sabes qué vas a comer, dónde vas a dormir, dónde vas a hacer tus necesidades».
Su testimonio lo cuenta en el acto de presentación de la Campaña de Personas Sin Hogar 2023 de Cáritas Diocesana de Madrid. Manuel está «bien atendido y bien cuidado» en una residencia de los hermanos de San Juan de Dios. No hay rencor ni frustración en su discurso, y sí mucha valentía al hablar de su vida. «Yo me fui a la calle en pleno verano; a los cinco días, hueles», dice con sencillez. «Notas que se apartan de ti, te van dejando de lado, te dejan de mira» … «Y tú, ¿Cómo te vas mirando?», le pregunta a Manuel el periodista de El Mundo Pedro Simón, conductor del acto. «Pues no te gustas». Para Manuel, su vida se convierte en un «camino hacia la marginación» que quiso dar por finiquitado un día que se lanza a andar por la autopista, al sol, para que todo acabe. «Me encontraron tirado en Fuente el Saz», y ese fue el comienzo de su recuperación.
Quitar etiquetas al sin hogar
«Creo en el periodismo que quita etiquetas», se confiesa Simón en el acto. En un periodismo, continúa, que «tiene que explicar lo que hay detrás, porque si no explicamos, etiquetamos». Unas etiquetas que quiso evitar a toda costa María, de 34 años, «bastante atea» y por eso «nunca imaginé que la iglesia me pudiera ayudar». En realidad, nunca pensó que necesitara ayuda porque «esto no es para mí, yo soy española y no soy pobre». Lo cierto es que María no estaba en la calle pero «iba sobreviviendo». Lo suyo era el tipo de sinhogarismo invisible que Cáritas ha querido poner de relieve en esta campaña, que es no tanto —que también—, lo que sufren los sin techo, sino quienes viven en condiciones infrahumanas o precarias.
La joven se «dedicaba a viajar, a pintar, a vivir mi vida… Era muy feliz». Pintar grafitis, puntualiza, porque María es grafitera de murales para negocios. Un accidente de tráfico hace un año la dejó en coma. Se despertó dos días después con un «enhorabuena, estás embarazada» que, por supuesto, no esperaba. «No quería tener ningún tipo de relación con el progenitor», así que María se enfrentó a una nueva vida con una responsabilidad en camino —su niña Montana, que ahora tiene tres meses—, sin poder apenas trabajar y sin contar con su familia. «Mis amigos fueron mi red de apoyo», dice, aludiendo al lema de la campaña de este año, Comparte tu red. Fueron ellos los que la animaron a buscar ayuda, y así es como vive ahora en el Hogar Santa Bárbara de Cáritas Madrid para madres solteras.
«Yo pensaba que lo podía todo sola»; de hecho, su firma es Vuela sola, «pero me he dado cuenta de que sola no puedes», concluye. En palabras de Susana Fernández, presidenta de la red Faciam, promotora de la campaña junto a Cáritas, «las entidades sociales somos esa primera red de recuperación, pero el llamamiento es a que la sociedad seamos la red para siempre». Continúa explicando que «a cualquiera nos podría pasar», sostiene una idea similar a la del periodista Simón, a su manera, cuando afirma que «podría estar a dos malas tiradas de dado de estar sentado ahí», en el sitio de los rostros del sinhogarismo.
Acceso a la vivienda y redes de apoyo
Cáritas ha enfocado este año la campaña de las Personas Sin Hogar en la carencia o ruptura de los vínculos sociales como «circunstancia definitoria» a la hora de hablar del sinhogarismo. Según un estudio de Faciam -una red de organizaciones sociales de Madrid que trabajan el sinhogarismo-, el 57 % de los encuestados tiene un apoyo social bajo, y el 36,4 % sostiene que encontrar ayuda es difícil o muy difícil.
Ante esto, la presidenta de Faciam ha señalado que «el sinhogarismo es un problema social, no personal; debe atajarse con políticas públicas» y con medidas de apoyo, garantizando el acceso a la vivienda y promoviendo las redes de apoyo. Estas serían emocionales, que permitan a la persona recibir cariño; funcionales, para acceder a recursos; legales, para eliminar las barreras de acceso, e informativas, con el objetivo de encontrar respuestas adecuadas.
Según los datos del INE de 2022, en España hay 28.552 personas en situación de calle. En Cáritas se atendió el año pasado a 39.487 en toda la red diocesana de España. El 32 % de las personas sin hogar son jóvenes.