El aire en Venezuela estaba cargado de expectativas y tensiones al acercarse el 28 de julio, día de las elecciones presidenciales de 2024. Después de años de una profunda crisis política, económica y social, todas las esperanzas estaban puestas en un cambio democrático, algo que no se dará, ya que el Consejo Nacional Electoral dio la victoria al oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela.
Semanas antes de las elecciones, las ciudades de este país bolivariano vibraban con mítines y caravanas respaldando a la Mesa de Unidad Democrática, principal organización política de la oposición. Los partidos políticos habían intensificado sus campañas, aprovechando cada espacio disponible para llegar a los votantes. Las calles se llenaban de carteles, murales y consignas. Cada rincón parecía estar impregnado de la esperanza.
Las redes sociales se convirtieron en un campo de batalla, con campañas de desinformación y propaganda que inundaron con información. Los jóvenes, activamente involucrados en el proceso, utilizaron estas plataformas para organizarse y movilizar a sus comunidades. El espíritu de cambio era palpable así como la esperanza.
A medida que avanzaba la tarde, el conteo de los votos comenzó. Las noticias de los primeros resultados indicaron una amplia victoria para la oposición. El transcurso de las horas desataron un torrente de reacciones.
Finalmente, tras horas de incertidumbre y disputas sobre de los resultados, el Consejo Nacional Electoral anunció que Nicolás Maduro había sido reelecto para un nuevo mandato. La reacción de la oposición fue inmediata desafiando los resultados y pidiendo una auditoría internacional. Las tensiones que fueron aumentando, desencadenaron este lunes 29 de julio, protestas en varias ciudades, mientras que el régimen ha respondido con una combinación de represión, discurso de odio y acusaciones hacia los principales liderazgos de la oposición.
Para el periodista y escritor Nacho Montes de Oca “es previsible que la perspectiva fallida de una salida electoral reinicie el proceso de migración que ya produjo la salida de 7,7 millones de venezolanos La crisis migratoria va a afectar a todos los países de la región”.
Montes agrega que “queda claro que la disputa entre autocracias y democracias está reemplazando el viejo esquema de derechas e izquierdas. Los dictadores pueden ser de una u otra corriente. Si algo distingue a Occidente es la capacidad de incorporar dentro de un sistema democrático diferentes puntos de vista en lugar de un partido, un líder y una ideología. Eso quedó afectado por el fraude y quizás de un modo más profundo de lo que aun podemos apreciar” manifestó el periodista.
Venezuela se encuentra nuevamente en el umbral de la incertidumbre. Las elecciones, que habían prometido ser un punto de inflexión, revelaron las profundas divisiones que aún persisten en el país. La lucha por un cambio verdadero continua, y la esperanza de un futuro más brillante es, para muchas personas, la única luz en la oscuridad de una crisis que parece intermitente.