El río San Juan es el sinuoso estrecho encontrado con premeditación y alevosía por los conquistadores españoles, es un afluente caudaloso ubicado en la zona fronteriza entre Nicaragua y Costa Rica. Esta zona es el reflejo de cómo gobiernos nicaragüenses han dejado comunidades y municipios enteros en manos de la Divina Providencia y en las de hordas de piratas, filibusteros y saqueadores de los recursos naturales, convertidos en los nuevos colonos, terratenientes y payas que buscan como desaparecer lo poco que queda de una de las pocas zonas con vegetación y bosques vírgenes en Mesoamérica.
Recientemente la dictadura de Daniel Ortega autorizó un nuevo dragado en el río San Juan, avivando las tensiones fronterizas con Costa Rica. El dragado fue oficializado el 25 de julio de 2024 en una Resolución Administrativa publicada en el Diario Oficial La Gaceta. Sin embargo, se desconocen estudios de impacto ambiental e información del proyecto que incluiría trabajos en una zona protegida.
La resolución DGTA 017-2024 de la Dirección General de Transporte Acuático (DGTA), del Ministerio de Transporte e Infraestructura (MTI), solamente autoriza “las operaciones de dragado del río San Juan y las correspondientes exoneraciones a las tasas e impuestos que surjan de todas las actividades destinadas a la realización del Proyecto”.
La iniciativa está a cargo de la delegada de la Presidencia en la Comisión para el Desarrollo del río San Juan, Olympia Avellaneda Torres, quien habría solicitado el dragado del río asó como la exoneración de impuestos.
Avellaneda Torres, una abogada incorporada en el registro de la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua con resolución 78 del 22 de abril de 2013, se convierte en la sucesora de Edén Pastora, quien dragó el Río San Juan desde el año 2010.
Ortega, dijo en una comparecencia pública que el dragado es un asunto de “mantenimiento rutinario” y que “se realizará apegado a la sentencia de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de 2018, que puso fin a un conflicto legal con Costa Rica por los daños ambientales causados por el dragado del río San Juan en 2010”, informó.
Costa Rica envió a Nicaragua una carta solicitando se le tome en cuenta en el nuevo dragado del río, que limita con territorio costarricense, por lo cual el dictador expresó que “ahora que el MTI anunció que se va a hacer limpieza del río, ya vino una carta de ellos (Costa Rica) que tenían que ser tomados en cuenta. No. Si se tratara de realizar una obra que vaya también sobre el territorio costarricense, ahí sí. Por ejemplo, si el canal decidiéramos hacerlos sobre el río San Juan sí habría que comunicarles a ellos y explicarles», justificó Ortega la noche del 30 de julio, en un acto por el 45 aniversario de la Fuera Aérea.
El régimen hace caso omiso al murmullo de las y los comunitarios de Papaturro, quienes confirman que el casi hermanamiento con el municipio costarricense de Upala les salvó que el estudiantado perdiera un año escolar. Upala les lleva odontólogos con medicamentos gratuitos. “La Alcaldía no hace nada por Nicaragua. Si no son capaces aquí, que hagan acuerdos con el otro lado. Porque la pobre gente de aquí no tiene nada” contesta por llamada telefónica un comunitario que accedió a hablar bajo condición de anonimato con Agenda Propia.
La siguiente generación será más binacional, con papeles y todo. Los hijos y las hijas de los sanjuaneños tienen que nacer en el hospital de Guápiles. El hospital más cercano en Nicaragua está en San Carlos, a doce horas en panga y cuyo precio deja exhaustos los bolsillos.
Nacen en Guápiles los “ticaragüenses hijos de los nicarricenses sanjuaneños. Esos infantes vienen vacunados contra el más descomunal y pernicioso narcisismo colectivo: el nacionalismo. Así se van gestando los mecanismos cotidianos de contestación al nacionalismo ortodoxo y sus estereotipos xenófobos: la abuela orgullosa de su nieto que aprendió inglés gracias al sistema de educación pública bilingüe de Costa Rica, los migrantes que han estado en Costa Rica y valoran su experiencia haciendo añicos los lentes de los estereotipos” dice Marta, una comunitaria de la zona, bajo la premisa que no aparezca su nombre por la militarización de la zona.
Mientras Ortega lanzó su verborrea en Managua, rodeado de militares, bajo aire acondicionado en el Centro de Convenciones Olof Palme, lejos de conocer la realidad de las comunidades, la población fronteriza que viven su ticaraguanidad concluye como Marta: “Aquí desde una aguja hasta una barra son ticas. Y la moneda que circula es el colón. El día en que Costa Rica no nos deje pasar, nos morimos de hambre”.