Por María Gómez Mejía
«Como cada uno miramos de una manera única, los lugares son contables una y otra vez». Salir de la zona de confort y lanzarse a la aventura para luego contar historias que incluyan el factor humano sin sesgos ni estereotipos. Una libreta, un buen bolígrafo, una mente muy abierta y una gran sonrisa son algunas de las recomendaciones que el periodista y docente Santiago Tejedor propone antes de empezar el primer viaje en el periodismo.
A Tejedor le apasiona viajar, conocer culturas, personas y territorios de los que a veces poco se habla; zonas con mucha riqueza humana y a veces espiritual. Relata que cada lugar que ha visitado le ha marcado y cambiado su forma de pensar.
Mirar, sentir, vivir, escuchar y entregarse al lugar que se visita son algunas de las técnicas que el docente comparte con sus estudiantes; esto pensando en la importancia de que los y las lectoras también experimenten, ya que no pueden estar en ese momento. Eso solo será posible «saliendo de la zona de confort».
En su blog profesional se describe así: «Siempre, el viaje. Siempre, viajando».
«Me reconozco como un periodista educador, un periodista docente y, por lo tanto, me interpela mucho la posibilidad de despertar vocaciones; es decir, la posibilidad del palpitar el espíritu y las ganas de viajar en mi alumnado sobre todo es lo que intento; cuando viajo para contar, mi objetivo principal es acercarme a las personas y a lo cotidiano o al día a día, y desde ahí intentar explicar lo macro, lo general, lo que es por así decirlo más amplio», reflexiona.
La visibilidad de lo complejo
Mientras recorre el salón de clases de una forma enérgica, positiva y al mismo tiempo tranquila pregunta directamente a sus alumnos por sus experiencias cuando viajan a determinados lugares.
¿Qué viste en El Cairo? ¿Qué te llamó la atención en Venecia? ¿Alguien me puede indicar algo característico de República Dominicana? Y así se va adentrando en la importancia de no solo ver lo «instagrameable».
«Fotografiar otras cosas que son de la zona, que salgan del lugar, que la gente se pare a mirar otras cosas, visibilizar no solo lo bonito, sino lo complejo», enfatiza Tejedor.
En este proceso resalta la importancia de entrenar la mirada, que los y las reporteras no apunten al mismo lugar que aparece decenas de veces en las redes sociales: «Apagar los móviles para construir el puente empático que buscamos».
«Tenemos que cultivar nuestra propia mirada, nuestra propia voz. Nuestra manera genuina, auténtica, diferente de contar algo; es decir, la Roma o el Londres que tú explicarías tiene que ser mayor del que yo explicaría por qué tú tienes esa sensibilidad, esa capacidad de explicarlo a tu manera; es decir, tu forma única de mirar; por tanto, como cada uno miramos de una manera única los lugares son contables una y otra vez, ese es el gran desafío», añade.
Sin lo humano, no hay sentido
El escritor y periodista David Jiménez destaca que Tejedor no solo viaja mucho, sino «que lo ha hecho como hay que hacerlo, y que después lo ha narrado estupendamente (…) lo hace quizás una de las personas en España mejor preparadas para contar cómo debemos de viajar, cómo debe de ser la vida en el viaje y cómo debemos de hacer al relacionarnos con las personas que visitamos».
Tanto Jiménez como Tejedor hacen hincapié en la importancia del lado humano al momento de pasar al papel estas experiencias o trabajos periodísticos.
Tejedor repite una y otra vez que estas prácticas orientan a los periodistas a saber qué preguntar, qué no preguntar; qué comentar o qué no comentar; qué escribir y qué no escribir para no crear situaciones incómodas o de las que cuesta salir.
«Hay que humanizar las crónicas», dice Tejedor con una voz clara y bien entonada. Esto resuena en la clase porque inmediatamente levantan las manos para preguntar por sus experiencias al tratar con tribus, nativos o culturas totalmente ajenas al diario vivir.
Para Jiménez, «el viaje sin una perspectiva humana, sin una interacción con personas diferentes de lugares que no son el nuestro, no tendrían mucho sentido. Si nos encerramos en los mismos lugares que ya tenemos en nuestros países, si nos encerramos en un resort y nuestro viaje se limita a disfrutar en un lugar cerrado que nos aísla de sus lugares y de sus gentes. Yo creo entonces que se pierde una de las grandes cosas que tiene el viaje y es que no se abre la mente».
Ambos periodistas coinciden que el lado humano de las historias no solo funciona para escribir un buen trabajo periodístico, sino para ser más empáticos y tolerantes, apartando los sesgo y estereotipos; entendiendo «que no somos tan diferentes de personas que viven en otros lugares».
«A todos nos da miedo empezar»
Johanna, estudiante del Máster en Reporterismo Internacional, expresa que en esta profesión «viajar es algo indispensable». Sin embargo, en la masterclass de Tejedor y con las orientaciones de su anfitrión, David Jiménez, estos temores han reducido su impacto y su «miedo a no empezar bien» los ve ahora como parte del proceso. Aprender de errores o fracasos para mejorar. «Ese sentimiento nos paraliza. Pero ver cómo otros lo han ido logrando hace que el sueño de ser periodista sea más fuerte. A día de hoy sigo teniendo miedo de caer antes de empezar. Pero la visita de Tejedor se siente como si alguien conocido te viene a recordar que no todo está perdido».
La periodista asegura que en esta profesión hay algo diferente que les impulsa, enumera «la curiosidad, la frustración y la humanidad» como un sentimiento para continuar con este trabajo.
Por su parte, Martín, alumno también de este máster, dice que las experiencias compartidas por Tejedor fueron interesantes y dinámicas, tanto que su atención fue absoluta por los «dotes comunicativos del profesor; su manera de apelar directamente al receptor y la forma de ejemplificar y humanizar las historias».
De esto Martín se queda con la importancia de que «hay que ir con la mirada y el papel en blanco» para estar abierto a todo lo que se encontrará en el camino del reporterismo.
La despedida y lo común
Antes de terminar su encuentro con el Máster en Reporterismo Internacional de la Universidad de Alcalá y el Instituto de RTVE Tejedor hace una pausa corta, respira profundo, sus ojos se empiezan a achinar y una gran sonrisa se asoma en su rostro, siendo esta utilizada como un ejemplo claro de cómo al acercarse a la gente «es importante sonreír». Destaca que la sonrisa abrirá las puertas al momento de entrevistar o de acercarse a la gente.
Cuenta su experiencia de por qué siempre sonríe y cómo esto lo aprendió en uno de sus tantos viajes. Una actitud que adoptó a raíz de la observación de un niño que mientras miraba al periodista le preguntó a su padre: «¿Por qué Santi siempre está triste?».
A un par de minutos de despedirse de la clase con un tono alto y algo acelerado, exalta la importancia de «buscar el detalle. El detalle nos volverá buenos cronistas. Huir de los lugares comunes».
Tomado de RTVE
*María Gómez Mejía es colaboradora de APN y es alumna del Máster de Formación Permanente en Reporterismo Internacional de la Universidad de Alcalá de Henares y RTVE. Esther G. Pérez, redactora jefa de Sociedad, ha supervisado la elaboración completa de este texto.