En una reciente entrevista con Zoilamérica Ortega, se ha analizado la investigación “La discriminación no define a las personas jóvenes trans de la Costa Caribe de Nicaragua” en la que se revela la profunda problemática de la violencia que enfrenta la población trans en estas zonas, la que comienza a manifestarse desde una edad temprana generando graves consecuencias.
La conversación subraya que la discriminación y la exclusión inician en las primeras etapas de la vida, impactando el desarrollo de la identidad de género y las oportunidades de vida de los individuos. Niños, niñas y adolescentes trans se enfrentan al rechazo en la escuela, lo que provoca su alejamiento del sistema educativo y limita sus futuras perspectivas. La falta de reconocimiento y aceptación en esta etapa crucial genera marginalidad y profundas heridas emocionales.
Para la socióloga e investigadora Zoilamérica Ortega, «la primera gran discriminación que vemos a partir de estos síntomas de no sentirse parte de los grupos es la exclusión del grupo escolar y esto definitivamente que va a marcar el resto de su vida porque va a generar marginalidad”.
En la investigación se constató que en el Caribe, la situación se agrava por la intersección de la etnia y el género, creando una doble discriminación. Además de que los patrones de violencia pueden justificarse en las propias culturas.
La socióloga deja claro que “la negación del derecho a la identidad es la principal fuente de vulnerabilidad, abriendo paso a nuevas formas de discriminación y violencia”.
Negación de otra identidad
Para Ortega “la visibilidad de la identidad trans intensifica la intolerancia y la necesidad de eliminar lo diferente”. Lo que normalmente provoca una “violencia verbal, las miradas hostiles y la exclusión de espacios públicos”, con el objetivo de “negar el derecho a circular libremente y vivir con dignidad. A pesar de esto, la valentía de las personas trans al afirmar su identidad es notable”.
La socióloga e investigadora resalta que “invisibilizar la existencia de las personas trans es una forma de discriminación, eludiendo la responsabilidad de abordarla y negando su lugar en el orden social”.
Reafirma que estas acciones “limitan la democracia. Esta violencia es más pronunciada, creando un orden social hegemónico y heteronormativo que excluye a quienes no se ajustan a sus normas”.
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En la investigación se resalta la lucha de las personas que pertenecen a este sector, las que pese a los abusos, violencias y desprotección estatal refirman su identidad hasta generar una posición en la sociedad donde no se les sexualice, no se les discrimine o en el peor de los casos no se les mate.
“Las personas trans existen y luchan por visibilidad y aceptación, a menudo viviendo en guettos y siendo marginadas. Su valentía, nacida de su esencia, es un ejemplo de dignidad y resistencia”, declara Ortega.
La lucha por la igualdad y el respeto continúa, enfrentando obstáculos como la condición de migrante, el rechazo en movimientos feministas y la necesidad de abrirse paso en una sociedad que aún no acepta la diversidad.