El espíritu de Ernesto Cardenal, poeta, sacerdote, defensor de la libertad y figura clave de la cultura nicaragüense, fue celebrado con fuerza y emoción en el Festival Internacional de Poesía de Granada, España.

Lejos de su tierra natal, donde su nombre ha sido borrado oficialmente por el régimen de Ortega y Murillo, la palabra de Cardenal volvió a alzarse con su potencia ética, política y cósmica.

En un acto cargado de memoria, denuncia y ternura, el festival español se convirtió en un espacio de reivindicación.

La poeta Aitana Monzón, quien prepara una antología de 100 poemas del autor, abrió el homenaje recordando que “toda revolución no es revolución si no hay activismo”. Frente a un presente digital dominado por luchas superficiales, Monzón destacó la urgencia de recuperar el compromiso tangible que Cardenal defendió con su vida y obra.

Uno de los momentos más intensos llegó con la lectura del Canto Cósmico, en voz del bioquímico y poeta Andrés París. “La ciencia y la poesía son lo mismo”, dijo, emocionado, al leer versos que entrelazan el universo, la evolución y la mística. París confesó haber sentido “escalofríos” al descubrir la mirada cósmica del poeta, que desafía cualquier frontera entre saberes y creencias.

El periodista y poeta Daniel Rodríguez Moya, autor de una tesis sobre Cardenal, denunció la persecución que su memoria sufre en Nicaragua.

Recordó cómo su funeral fue saboteado por turbas oficialistas y cómo el festival de poesía de Granada en Nicaragua, hermanado con el español, fue ilegalizado por el régimen. “Es imposible separar lo político de lo literario en Cardenal”, dijo con firmeza, y señaló que su figura sigue siendo incómoda para todas las dictaduras.

Como cierre, evocó una de las facetas más humanas del poeta: sus talleres de poesía con niños con cáncer en un hospital de Managua, documentados en Me gustan los poemas y me gusta la vida. Una imagen que resume la esencia de Ernesto Cardenal: compromiso, ternura y poesía como acto de amor y resistencia.

Desde la Granada andaluza, este homenaje fue más que un acto cultural: fue una reafirmación del legado de un hombre que supo unir palabra y acción. En tiempos oscuros para la libertad en Nicaragua, su voz sigue siendo faro, raíz y

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