Un pueblo que se organiza y defiende sus valores, su justicia, es un pueblo que se hace respetar” Monseñor Romero
A todas nuestras hermanas y hermanos del Pueblo de Dios:
El pueblo oprimido de Nicaragua vive su Viacrucis en esta Semana Santa y lo hacemos compartiendo desde dentro de Nicaragua una reflexión sobre la coyuntura nacional actual.
Reunidos clandestinamente en una de las ciudades cuna de la fe de Nicaragua, saludamos el esfuerzo que hacen nuestros hermanos sacerdotes y religiosos en Costa Rica, visibilizar las violaciones a los Derechos Humanos a los que se ha sometido al pueblo de Nicaragua es una tarea constante, de quienes optamos por la verdad, la solidaridad y la justicia como base de desarrollo de toda una sociedad.
En Nicaragua no se es permitido que la gente celebre como es tradición la Semana Santa y las expresiones de piedad que son características de nuestras comunidades, a la dictadura Ortega-Murillo le decimos que, ninguna doctrina política puede sustituir al Evangelio, así como tampoco ningún líder político puede dárselas de Mesías redentor. Solo el Evangelio salva al mundo.
La represión, el espionaje y la persecución de la que somos víctimas nos reafirma que Jesús y su Evangelio no son políticamente neutros. La Iglesia, tiene un rol determinante en la denuncia social; y lo ha demostrado desde el estallido de la crisis hace seis años, su voz autorizada y su capacidad de llegar a miles que ven un ente iluminador y directivo, significa para la Iglesia, una verdadera responsabilidad y compromiso para con la sociedad a la que sirve.
Responsabilidad que no es asumida por la jerarquía en su totalidad, como el caso del arzobispo Brenes y el Obispo Sandigo, dos señores que, como judas, traicionan al pueblo crucificado de múltiples formas, desde este grupo de Religiosos Nicaraguenses en Resistencia en la Clandestinidad rechazamos categóricamente la cercanía del Cardenal Brenes con la Vice dictadora Rosario Murillo, persona encargada de perseguir al clero y a la vida religiosa, así como al pueblo de Nicaragua, cercanía que fue puesta en manifiesto en la ocasión del cumpleaños del señor arzobispo.
El comportamiento del Cardenal y del obispo Sandigo sobre el destierro de los dos obispos y 15 sacerdotes de Nicaragua nos hace recordar el “Salmo Nicaragüense” de Pedro Molina (Confidencial, 10 de marzo del 2024):
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos
que secuestran, torturan y destierran a
sacerdotes y demás religiosos;
ni pacta con los que mandan a asesinar a
monaguillos;
ni calla cuando sus ovejas son abusadas,
sus templos saqueados, y sus propiedades confiscadas.
EL PUEBLO DE DIOS–ES DECIR, USTEDES Y NOSOTRAS Y NOSOTROS—NOS MANTENEMOS EN UNA POSICIÓN DE RESISTENCIA EVANGÉLICA MÁS FUERTE QUE NUNCA. Históricamente, dictaduras nicaragüenses–¡hemos tenido bastante!—se fortalecen a través de pactos con los “de arriba”. El fin de dictaduras siempre es el resultado de la resistencia del pueblo “de abajo”. (Ejemplo: La estrepitosa derrota de esta dictadura frente a Francisca Ramírez y el Movimiento Campesino, defendiendo su tierra y agua, y la soberanía nacional.) Y ¡aquí estamos, ustedes y nosotras y nosotros! ¡Juntos somos un volcán!
Durante estos meses en la clandestinidad, rodeadas y rodeados por ustedes, el Pueblo de Dios, hemos adoptado como nuestra consigna colectiva palabras de nuestras hermanas Madres de Abril y de nuestros hermanos jesuitas: “En todo amar y servir . . .. y NO OLVIDAR.” La dictadura y otras cúpulas—los “de arriba”—de este mundo quieren olvidar y hacernos olvidar de los crímenes de lesa humanidad de este régimen tan corrupto, violento, y brutal: más que 700 asesinados y desaparecidos; más que 800,000 exiliados; más que 800 presos y presas políticas, de los cuales 120 siguen encarcelados; más que 300 desterrados y desterradas. Estas víctimas—y sus familiares—nos animan—¡y obligan! —a profundizar nuestra lucha para conseguir lo único que va a traer paz duradera a nuestra patria: JUSTICIA.
El Pueblo de Dios siempre ha tenido que luchar para mantener su integridad—su compromiso con nuestro Padre y Madre Dios y la comunidad. En esta lucha nuestro Hermano Mayor Jesús siempre está de nuestro lado. Especialmente en estos días cuando acompañamos a Jesús en su camino de Jerusalén y su último conflicto con las autoridades religiosas y políticas—la “jerarquía” y dictadura de su tiempo—nuestra confianza no está en nuestro “poder”, sino en el acompañamiento de Jesús siempre a nuestro lado.
Finalmente, hacemos un llamado a las comunidades y grupos de Nicaraguenses en todo el mundo a que articulemos espacios de resistencia porque a como dijo Monseñor Silvo Báez: “Nicaragua crucificada resucitará.”
En nombre de religiosas, religiosos, clero diocesano y grupos de laicos y laicas de diversas partes de Nicaragua, nos despedimos recordando a Monseñor Romero en su 44 aniversario de su pascua: “Un pueblo desorganizado es una masa con la que se puede jugar, pero un pueblo que se organiza y defiende sus valores, su justicia, es un pueblo que se hace respetar” (Homilía 2 de marzo de 1980, VIII p. 301).
Que tengamos todas y todos una Pascua con la confianza en que Nicaragua será libre de toda opresión.
Managua 26 de marzo de 2024