Uno de los entierros exprés realizado en un cementerio de Managua | Fotografía de Nayira Valenzuela| Confidencial

Redacción AP

Lejos de retroceder, el Covid 19 está rebrotando en Nicaragua a pasos agigantados en las últimas semanas. Los datos del Observatorio Ciudadano Covid 19 Nicaragua son preocupantes. En el informe más reciente de este equipo interdisciplinario independiente, del 19 al 25 de agosto, el aumento de nuevos casos sospechosos se eleva un 27% respecto a la anterior, con 796 casos más.

 Dicha incidencia en aumento que se traducirá, irremediablemente, en fallecimientos y contrasta significativamente con la ausencia de una respuesta a nivel estatal, como denuncian desde el propio Observatorio. Alertan acerca de la organización “irresponsable” de actividades masivas en diversos territorios, y de no tomar medidas, como ocurre reuniones partidarias o actividades de entretenimiento.

 Sin ir más lejos, actos como la reciente conmemoración del 54 aniversario de la “Gesta Heroica de Pancasán”, en Matiguás, Matagalpa, donde de acuerdo a las imágenes que han trascendido en redes sociales, se observa a multitudes sin guardar medidas de prevención; también las celebraciones locales de agosto en Granada o la pseudo procesión de Santo Domingo de Guzmán en Managua.

 Pero no solo los datos de este observatorio evidencian el aumento. La información oficial que reporta el Ministerio de Salud (Minsa) este martes, anuncia 568 nuevos casos entre el 24 y el 31 de agosto. Es la cifra más alta de contagios desde marzo de 2020, comienzo de la pandemia. El balance al día de hoy en los datos oficiales es de un total de 11.735 casos de Covid 19 en el país desde el 18 de marzo de 2020 y 200 fallecidos. Los datos oficiales poco tienen que ver con los que reporta el Observatorio Ciudadano, 22.086 casos sospechosos y 4.002 muertes por neumonía y sospechosas de Covid 19.


 


No es algo nuevo la actitud del régimen de Ortega-Murillo ante la mayor pandemia mundial que ha vivido la humanidad en lo que llevamos de siglo XXI, un proceder que llamó la atención mundial desde el inicio de la extensión del virus por todo el planeta.

 A mediados de marzo de 2020, cuando en el mundo los gobiernos se apresuraban a decretar cuarentenas, toques de queda y medidas restrictivas para tratar de frenar la expansión de la enfermedad, y se prohibía todo tipo de concentraciones de personas, el régimen Ortega-Murillo convocaba el 14 de marzo a simpatizantes sandinistas y trabajadores del Estado a una marcha que rozaba lo esperpéntico y lo irresponsable, bajo el lema “El amor en tiempos de coronavirus”.

Marcha de «amor en tiempos de coronavirus»


En esos días el régimen no reportaba ningún caso de Covid 19 (18 de marzo se reportó el primero). Pero era más que una evidencia que la pandemia era imparable y que no entendía de fronteras y que ningún conjuro mágico o árbol de color chillante, lleno de bujías incandescentes a modo de amuleto, iba a frenar su entrada a Nicaragua. Lo prudente, lo sensato, no era una multitud coreando himnos, bebiendo alcohol y festejando como si se tratase de fiestas patronales ni celebrar, como hacía Rosario Murillo, la llegada de turistas al puerto de Corinto.

 Pero esa ha sido la tónica en el año y medio en el que el mundo sigue sin salir del todo de la pandemia, a pesar de la vacunación cada vez más extendida. Una vacunación que también llegó a Nicaragua en modo de cooperación internacional desde diversos puntos a pesar de los desplantes, insultos, del régimen a los países donantes. Cabe recordar que en la misma semana en la que España enviaba casi 100.000 dosis de AstraZeneca, la dictadura Ortega-Murillo sin pudor diplomático alguno, atacó con insultos al ejecutivo español.

 En medio de un repunte importante del COVID 19 en las últimas semanas con la nueva variante Delta en auge, extremadamente más contagiosa, vuelven a ser instituciones ajenas al Estado las que aplican el sentido común y apelan a la ciudadanía a la prevención y adoptan medidas en consecuencia.

 Desde la jerarquía católica se ha anunciado que están considerando el cierre de los templos ante el aumento de contagios. Cuatro religiosos han fallecido a causa de la Covid 19 en los últimos días. Se canceló la celebración del 1 de agosto de Santo Domingo de Guzmán, y la respuesta del régimen fue la convocatoria y realización de una pseudo procesión, con una copia de la imagen, que congregó a miles sin guardar medidas contra el virus.

Sacerdotes de Matagalpa despiden el cuerpo del Padre Dámaso Suazo, último sacerdote en morir en lo que va en esta semana  


 La respuesta más contundente en año y medio de pandemia que el régimen Ortega-Murillo ha dado a la alarma sanitaria mundial, ha sido el despido de personal médicos y profesionales sanitarios del sistema público de salud por expresar públicamente su preocupación del manejo de la crisis de salud. Después de que el 18 de mayo de 2020 más de 700 profesionales rubricaran una carta pidiendo se reconociera la propagación del virus y exigiendo medidas de prevención recomendadas por la Organización Mundial de la Salud, el Ministerio de Salud respondió con la destitución.

 En este contexto de inacción gubernamental por un lado, y amenaza constante alas y los profesionales de la salud que tratan de desempeñar su trabajo, el rebrote del virus es una evidencia incuestionable que se ve en los tres hospitales capitalinos, donde según el más reciente informe del Observatorio Ciudadano Covid 19 Nicaragua, “ya no cuentan con la capacidad de atender la cantidad de pacientes que tienen síntomas de COVID-19”, lo cual les ha obligado a que cada centro, menciona el informe, adopte medidas como colocar a pacientes en camillas en espera de camas, dejar de atender a embarazadas en sala de alto riesgo obstétrico o no permitir más ingresos al área de pediatría.

 Pero esta situación no solo se está dando en Managua. El informe referido señala también que centros de Madriz y Nueva Segovia igualmente han rebasado su capacidad “por lo que han tenido que expandir sus respectivas áreas de COVID-19 o han trasladado pacientes a otras unidades de salud”.

 ¿Qué espera el gobierno?