No es algo nuevo la actitud del régimen de Ortega-Murillo ante la mayor pandemia mundial que ha vivido la humanidad en lo que llevamos de siglo XXI, un proceder que llamó la atención mundial desde el inicio de la extensión del virus por todo el planeta.
A mediados de marzo de 2020, cuando en el mundo los gobiernos se apresuraban a decretar cuarentenas, toques de queda y medidas restrictivas para tratar de frenar la expansión de la enfermedad, y se prohibía todo tipo de concentraciones de personas, el régimen Ortega-Murillo convocaba el 14 de marzo a simpatizantes sandinistas y trabajadores del Estado a una marcha que rozaba lo esperpéntico y lo irresponsable, bajo el lema “El amor en tiempos de coronavirus”.
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Marcha de «amor en tiempos de coronavirus» |
En esos días el régimen no reportaba ningún caso de Covid 19 (18 de marzo se reportó el primero). Pero era más que una evidencia que la pandemia era imparable y que no entendía de fronteras y que ningún conjuro mágico o árbol de color chillante, lleno de bujías incandescentes a modo de amuleto, iba a frenar su entrada a Nicaragua. Lo prudente, lo sensato, no era una multitud coreando himnos, bebiendo alcohol y festejando como si se tratase de fiestas patronales ni celebrar, como hacía Rosario Murillo, la llegada de turistas al puerto de Corinto.
Pero esa ha sido la tónica en el año y medio en el que el mundo sigue sin salir del todo de la pandemia, a pesar de la vacunación cada vez más extendida. Una vacunación que también llegó a Nicaragua en modo de cooperación internacional desde diversos puntos a pesar de los desplantes, insultos, del régimen a los países donantes. Cabe recordar que en la misma semana en la que España enviaba casi 100.000 dosis de AstraZeneca, la dictadura Ortega-Murillo sin pudor diplomático alguno, atacó con insultos al ejecutivo español.
En medio de un repunte importante del COVID 19 en las últimas semanas con la nueva variante Delta en auge, extremadamente más contagiosa, vuelven a ser instituciones ajenas al Estado las que aplican el sentido común y apelan a la ciudadanía a la prevención y adoptan medidas en consecuencia.
Desde la jerarquía católica se ha anunciado que están considerando el cierre de los templos ante el aumento de contagios. Cuatro religiosos han fallecido a causa de la Covid 19 en los últimos días. Se canceló la celebración del 1 de agosto de Santo Domingo de Guzmán, y la respuesta del régimen fue la convocatoria y realización de una pseudo procesión, con una copia de la imagen, que congregó a miles sin guardar medidas contra el virus.
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La respuesta más contundente en año y medio de pandemia que el régimen Ortega-Murillo ha dado a la alarma sanitaria mundial, ha sido el despido de personal médicos y profesionales sanitarios del sistema público de salud por expresar públicamente su preocupación del manejo de la crisis de salud. Después de que el 18 de mayo de 2020 más de 700 profesionales rubricaran una carta pidiendo se reconociera la propagación del virus y exigiendo medidas de prevención recomendadas por la Organización Mundial de la Salud, el Ministerio de Salud respondió con la destitución.
En este contexto de inacción gubernamental por un lado, y amenaza constante alas y los profesionales de la salud que tratan de desempeñar su trabajo, el rebrote del virus es una evidencia incuestionable que se ve en los tres hospitales capitalinos, donde según el más reciente informe del Observatorio Ciudadano Covid 19 Nicaragua, “ya no cuentan con la capacidad de atender la cantidad de pacientes que tienen síntomas de COVID-19”, lo cual les ha obligado a que cada centro, menciona el informe, adopte medidas como colocar a pacientes en camillas en espera de camas, dejar de atender a embarazadas en sala de alto riesgo obstétrico o no permitir más ingresos al área de pediatría.
Pero esta situación no solo se está dando en Managua. El informe referido señala también que centros de Madriz y Nueva Segovia igualmente han rebasado su capacidad “por lo que han tenido que expandir sus respectivas áreas de COVID-19 o han trasladado pacientes a otras unidades de salud”.
¿Qué espera el gobierno?