En Agenda Propia Nicaragua, la activista juvenil y directora de la Red Latinoamericana de jóvenes por la Democracia Yunova Acosta y el sociólogo y politólogo Juan Carlos Gutiérrez reflexionan el papel de la juventud centroamericana en la política actual: artivismo, exilio, resistencia y la necesidad de construir poder frente al autoritarismo.

En tiempos de autoritarismo, la juventud centroamericana se refuerza como fuerza política capaz de resistir y transformar. Así coincidieron la activista nicaragüense Yunova Acosta, directora de la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia, y el sociólogo y politólogo Juan Carlos Gutiérrez, en una conversación conducida por Patricia Orozco en Agenda Propia Nicaragua.

Ambos reflexionaron sobre el papel de las juventudes en la construcción de democracia, las nuevas formas de activismo y el arte como lenguaje de resistencia ante el control estatal y la represión.

Juventud y política: un actor histórico que reescribe su papel

La conversación recordó que la juventud de la región centroamericana ha estado históricamente en el centro de las luchas sociales, en el caso de Nicaragua desde las montañas de Sandino hasta las calles de abril de 2018. “El interés político de las nuevas generaciones no nace de la nada”, reflexionó Orozco. “Tiene que ver con lo que se conversa en casa y con las heridas que heredan de su historia reciente”.

Hoy, ese interés se transforma en participación activa: las y los jóvenes ya no esperan ser incluidos, exigen su lugar en la toma de decisiones y buscan cambiar el modelo político que les margina.

La juventud no calla: nuevos lenguajes para una nueva política

Con una claridad que la caracteriza, Yunova Acosta declaró que la juventud es un actor social y fundamental: “La juventud nicaragüense es un ejemplo a nivel centroamericano de cómo criticar al Estado y no callar ante las injusticias”.

Basándose en un estudio de la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia, Acosta explicó que las juventudes se están alejando de los partidos tradicionales para construir su propio espacio de incidencia: “Los jóvenes ya no encontramos atractivo un partido político. Ahora participamos en movimientos sociales, colectivos estudiantiles y redes digitales”, sostuvo.

La activista subrayó que los temas de interés juvenil también han cambiado. “Nos interesa hablar de políticas públicas, desempleo, educación y, sobre todo, del cambio climático. No queremos ser solo testigos, queremos ser protagonistas de los cambios”.

Pero el fenómeno más innovador, aseguró, es el del artivismo: “El arte se ha convertido en una herramienta poderosa para denunciar y sensibilizar. Con el muralismo, la música y la cultura estamos llegando a públicos que antes no se interesaban por la política”.

Mencionó el proyecto Muros de Libertad, en el que jóvenes artistas pintaron murales en homenaje a presos políticos y migrantes, algunos de los cuales fueron presentados en espacios internacionales como la OEA. “A través del arte estamos reclamando memoria, justicia y esperanza”, añadió Acosta.

Trabajar contra marea”: el diagnóstico del sociólogo Juan Carlos Gutiérrez

El sociólogo y politólogo Juan Carlos Gutiérrez coincidió con Acosta en el papel central de las juventudes, pero advirtió de los desafíos que enfrentan: “Los jóvenes son un actor político, pero también uno de los más volátiles por su naturaleza generacional. Trabajan contra marea”.

Entre esos obstáculos mencionó la fragmentación social, la represión estatal y la pérdida de derechos. «Desde los años noventa, la sociedad se ha fracturado. Los Estados han sido incapaces de responder a las demandas y han dejado a la juventud sin canales legítimos de participación”, explicó.

Además, alertó del impacto de la migración como forma de supervivencia: “La migración se ha convertido en el principal factor de movilidad social, pero al mismo tiempo debilita el tejido social y político de nuestras sociedades”.

Gutiérrez también criticó el efecto de las políticas neoliberales que impulsaron la individualización y la ruptura del sentido comunitario. “Desde los años 80 nos vendieron la idea de que todo se resuelve desde el individuo. Esa lógica de autoayuda destruyó la idea de lo colectivo y debilitó nuestra capacidad de organizarnos”, reflexionó.

Pese a ello, destacó la creatividad de las juventudes que han recuperado la acción política a través del arte. “El arte y la música son hoy los mecanismos más subversivos de resistencia. Llegan donde la consigna no puede y tocan fibras que la política tradicional ya no alcanza”.

Recordó además un momento clave: “En 2018, fueron jóvenes quienes salieron primero a defender Indio Maíz. Ese movimiento ambientalista, que parecía inocente, resultó profundamente político”.

El arte como peligro: criminalización cultural y censura simbólica

La represión no solo silencia a periodistas y activistas, también persigue a quienes usan la creatividad como herramienta política. Yunova Acosta denunció que el arte se ha convertido en un nuevo campo de batalla. “La música ha sido una bandera de resistencia, y por eso ha sido castigada”, afirmó.

Mencionó casos concretos de artistas perseguidos: “Ludwin Gómez, Garcín, Milimallu y Sea tuvieron que exiliarse por cantar contra el régimen. Incluso pintores fueron hostigados por hacer un mural en honor a Sheynnis Palacios, Miss Universo 2023”.

Y concluyó con una frase que sintetiza la esencia de esa represión: “La dictadura teme al arte porque el arte despierta. Y cuando la gente despierta, el miedo cambia de lado”.

De la resistencia a la disputa política: el reto de construir poder

La periodista Orozco fue contundente al señalar que el régimen Ortega-Murillo “ha convertido a la juventud en su principal blanco, vulnerando sus derechos y su futuro”.

En esa línea, Juan Carlos Gutiérrez sostuvo que el poder sí reconoce la importancia de la juventud, pero solo si es controlable: “A la dictadura le interesa una juventud obediente, sin pensamiento crítico. La que se rebela es castigada o expulsada”.

Gutiérrez subrayó que el gran desafío es pasar de la resistencia a la acción política organizada. “El reto es trascender las contrabatas simbólicas y construir actores que realmente disputen el poder. No basta con sobrevivir: hay que actuar políticamente para cambiar la correlación de fuerzas”.

Desde el exilio, Yunova Acosta explicó cómo las redes juveniles continúan su trabajo en condiciones adversas. “Estamos haciendo un trabajo de hormiga, disciplinado, desde fuera y dentro del país. Seguimos capacitando y articulando, aprendiendo de las luchas de otros países”.

Para ella, el punto crucial es no caer en la trampa del régimen: “No podemos seguir el ritmo de la dictadura. Tenemos que planificar estratégicamente, con visión de largo plazo. Queremos generar impacto estructural, no solo resistir”.

El presente que construye futuro

La conversación concluyó con una idea compartida: la juventud no es el futuro, es el presente.

Patricia Orozco lo resumió con una mirada esperanzadora: “La historia de Nicaragua está escrita con las voces jóvenes que no se rindieron, ni siquiera en el exilio”.

Yunova Acosta cerró con una frase que resume toda una generación: “No queremos ser solo rostros en panfletos. Queremos ser quienes reconstruyan la democracia”.

Desde el arte, la palabra o el exilio, las juventudes centroamericanas continúan desafiando la represión y reinventando la política. En cada mural, en cada canción y en cada red que tejen, vuelve a nacer la idea de una Centroamérica más libre, más justa y más suya.