Los presidentes de los 20 países más ricos del mundo que representan el 85% del PIB mundial y el 80% de las emisiones, suscribieron una declaración final en la Cumbre del G20 realizada en Río de Janeiro, con pocos avances en materia climática, más allá de las «intenciones», pese a que cada vez se producen fenómenos naturales más traumáticos.
Los del G20 ya habían aprobado la víspera de una declaración tibia en materia climática y el texto no ha sido reabierto para incluir compromisos que destraben las negociaciones de la COP29.
«Ya no hay espacio para el negacionismo climático», dijo el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, en último día de la reunión internacional los más ricos. La sostenibilidad y transición energética justa para luchar contra el Cambio Climático era uno de los objetivos del encuentro internacional en la que parte de los compromisos ha sido el aumento de las inversiones en desarrollo sostenible de millones a billones de dólares. Destacaron la creación de un grupo de trabajo para la movilización global contra el cambio climático y la protección de la selva amazónica.
Sin embargo, en la decimonovena reunión realizada en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, quedan pendientes mecanismos específicos, quién pagará, lo que supone un riesgo para implementar como ha ocurrido con los acuerdos de Kioto y de París, así se refirió Da Silva.
«Mientras estamos aquí nuestros representantes están en Bakú (Azerbaiyán) negociando un nuevo objetivo de financiación privada. no hay ambición que pueda sostenerse sin implementación. En París hablamos de cien mil millones del dólares al año que el mundo desarrollado no alcanzó, hoy hablamos de billones», sostuvo.
Los países en la declaración han dejado la responsabilidad de aprobar un nuevo objetivo colectivo en la COP29 en Bakú, a la vez que no han concedido ningún mandato para que sus representantes destraben unas difíciles negociaciones con plazo para acabar este próximo 22 de noviembre.
Los países en desarrollo exigen que la financiación climática sea de 1,3 billones de dólares anuales, para empezar a descarbonizar sus economías, adaptar sus territorios para resistir mejor los impactos climáticos y asumir las pérdidas y daños después que ocurren desastres naturales. La discusión ahora es el desembolso, aún no llegan a un acuerdo.
Da Silva, anfitrión de la cumbre, ha pedido a los negociadores en Bakú que no posterguen un acuerdo sobre una meta de financiación climática para su próxima reunión anual (COP30), que se celebrará en la ciudad brasileña de Belém.
El Secretario General de la ONU ha advertido que el fracaso de las negociaciones en Bakú «no es una opción» y que puede tener impactos «devastadores». Ha asegurado que el éxito de la cumbre climática está en las manos precisamente de las mayores economías del mundo.
Por su parte, el presidente de Francia Emmanuel Macron, señaló que muchos países presentes en la Cumbre, son dependientes del carbón, y un desafío es salir de este tipo de inversión de electricidad, por lo que hay que invertir masivamente, destacó.
Si no se lograr reducir a cero las emisiones de carbono para finales de 2030 y si se quiere contener el calentamiento global a 1,5 °C en comparación con finales del siglo XIX, hay que realizar una transición de energías fósiles a limpias.
Además, existe preocupación por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca quien es un escéptico del cambio climático y su regreso genera temor a la comunidad internacional en cuanto a retrocesos en el combate a la crisis ambiental.
El presidente estadounidense Joe Biden, a las puertas de irse, no hizo mayores compromisos. Biden ha asegurado que la emergencia climática y la falta de progreso hacia la transición energética y la reforestación son «la mayor amenaza a la existencia de la humanidad» y urgió a avanzar en esas metas.
Con información de France Press
Foto: g1.globo.com