La violencia contra las mujeres es invisible, se reproduce de generación en generación, es un problema estructural, está presente en todos los ámbitos de socialización, no tiene fronteras y es legitimada como un mecanismo para mantener los privilegios masculinos y mantener a las mujeres en un estatus de subordinación. 

Este mal endémico sigue siendo una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas y generalizadas del mundo contra las mujeres y las niñas. Se calcula que, a nivel global, 736 millones de mujeres han sido víctimas de violencia física y/o sexual al menos una vez en su vida, por terceros según datos de Naciones Unidas.

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