La nicaragüense Erika Vanessa Reyes Álvarez, de 22 años asesinada por su pareja, cuyas iniciales son N.A.C.T de 43 años, ecuatoriano con pasaporte italiano, murió presuntamente por varios golpes que recibió en la cabeza con un objeto tipo martillo en su casa de habitación, según informaron a EFE fuentes de la investigación.
Pocas horas después del trágico hecho, el femicida fue localizado cuando estaba escondido en un hostal de Utrera, Sevilla, con quien Reyes Álvarez estaba en proceso de separación, según diversas fuentes. El hombre negó ser el autor de los hechos en su primera declaración ante la Guardia Civil.
Medios españoles afirmaron que «la declaración se produjo en el cuartel de la Guardia Civil de Utrera, donde permanece custodiado a la espera de pasar a disposición judicial, lo que se podría hacer agotando el plazo legal de 72 horas dada la complejidad de la investigación, y se ha pedido al juzgado de instrucción número 3 Utrera, encargado de investigar el crimen, que decrete el secreto de las actuaciones».
El cadáver de la joven fue encontrado en la mañana de este lunes por su hermana en la casa donde vivía en Utrera. Ni la fallecida ni su marido estaban incluidos en el Sistema de Seguimiento Integral de los casos de Violencia de Género, conocido como VioGén, ni tenían antecedentes en los servicios sociales del Ayuntamiento.
Erika emigró a España para reunirse con su hermana mayor Ana Marjorie, quien había abandonado Nicaragua debido a la situación sociopolítica de abril 2018. A su llegada, Ana perteneció a un proyecto de acogida gestionado por la Asociación Nicaragüense Sevilla-España, que le proporcionó casa durante los primeros seis meses.
Erika Vanessa trabajaba como empleada de hogar, se dedicaba a cuidar personas mayores. Fue en Utrera donde conoció a quien era su pareja. Al momento de los hechos ya se habían iniciado los trámites de separación. No tenían hijos. Su hermana y su cuñado fueron quienes encontraron su cuerpo ya sin vida en la madrugada del lunes, cuando regresaban a Utrera desde Sevilla, donde habían estado de fiesta la noche del domingo.
Vanessa viajó a España desde Talolinga, una pequeña localidad situada a unos 30 kilómetros del municipio de Nueva Guinea, al este del país. En Utrera intentó rehacer su vida junto a su hermana, con quien convivía en la calle Cristo de los Afligidos. La vivienda era compartida por su marido y por otra pareja. El novio de su hermana, natural de Utrera, no vivía allí pero solía frecuentar el inmueble, lógicamente.
Un minuto de silencio
Este martes a mediodía, unos 200 vecinos de Utrera se reunieron frente a la alcaldía para guardar un minuto de silencio en memoria de Reyes Álvarez. A la concentración asistieron vecinos de la localidad, autoridades municipales y miembros de la Asociación Nicaragüense Sevilla-España, donde se leyó un manifiesto a cargo de la alcaldesa accidental, Consuelo Navarro; la concejala de Juventud, Alba Padilla; las concejales del PSOE en la oposición María José Ruiz y Violeta Fernández, y la portavoz de la Asociación de Mujeres Santiago, Inmaculada Aguilar.
La hermana de la joven asesinada, Ana, también acudió a la concentración portando, junto a varias personas, un cartel con la foto de Erika con un mensaje demandando claramente «Que se haga justicia».
En el manifiesto, la alcaldesa destacó la tragedia vivida en la localidad, sobre alguien a quien «se le arrebataba el derecho a vivir», a la espera de confirmar si ha sido víctima de violencia de género, «una lista que desde la sociedad nos pesa demasiado «.
Si se confirma este caso como un asesinato machista, serían ya 32 mujeres las víctimas mortales de la violencia de género en lo que va de año -nueve en Andalucía-, 1.216 según el recuento desde 2003.
José Daniel Rodríguez presidente de la Asociación de Nicaragüenses en Sevilla consultado por AP, confirmó que han convocado a las nueve de la noche de este martes a una concentración a las puertas del ayuntamiento, a la que se pide se acuda con velas y flores en recuerdo a la joven.
Con información de EFE, Cadena Ser, Diario de Sevilla