Un ambiente hostil y represivo que amenazaba sus vidas y libertad que poco a poco las obligaba a escoger entre la cárcel o el exilio. Una decisión que avizoraba un cambio drástico que marcaría sus existencias, subsistencias, emociones y raíces. Las líderes exiliadas afirman que nunca fue su voluntad, fueron obligadas, pero desde sus trincheras siguen sembrando la semilla del liderazgo que cultiva la defensa en sus territorios.