Por Salomón Manzanares

Las alarmas siguen encendidas en El Salvador. Integrantes de organizaciones defensoras de los derechos humanos y periodistas han optado por abandonar el país ante el aumento de la persecución impulsada por el gobierno de Nayib Bukele.

La organización Cristosal fue la última en anunciar su salida el pasado 17 de julio, informando desde Guatemala su decisión de optar por el exilio, antes que enfrentar las denominadas «cárceles transnacionales» del régimen. Otra organización bajo amenaza es Socorro Jurídico.

Ruth López Alfaro, jefa de la Unidad de Anticorrupción y Justicia de Cristosal, permanece en prisión preventiva a la espera de un juicio, convertida en rehén de un sistema judicial que críticos consideran manipulado por el Ejecutivo.

Una “lista negra” en circulación

De acuerdo a información del diario El País, solo entre junio y julio al menos 20 activistas y 40 periodistas huyeron de El Salvador de manera preventiva, tras recibir advertencias sobre una supuesta “lista negra” de personas a ser capturadas por el gobierno.

Entre los señalados se encontrarían miembros de Cristosal. “Hay rumores de listas negras que, ciertas o no, representan una amenaza directa”, denunció Noah Bullock, director ejecutivo de la organización.

El periodista Víctor Peña, del medio El Faro, abandonó el país luego de recibir información sobre una orden de captura en su contra. “Nos dijeron que había una orden contra siete de nosotros, vinculados a una investigación. Hubo visitas policiales a familiares, amenazas públicas de funcionarios y silencio de la Fiscalía. No nos quedaba más opción que salir del país para evitar ser detenidos por ejercer el periodismo”, explicó a DW.

La imposición de la Ley de Agentes Extranjeros

El 20 de mayo de 2025, la Asamblea Legislativa, dominada por el oficialismo, aprobó la controvertida Ley de Agentes Extranjeros, que impone controles estrictos a la financiación y actividades de organizaciones no gubernamentales y críticos del régimen.

Según Cristosal, esta normativa busca acallar las voces críticas y otorgar al gobierno el poder discrecional para imponer sanciones y decidir a quién procesar. “La ley permite a las autoridades controlar arbitrariamente a cualquier organización e impone impuestos a las ONG. Solo el gobierno decide a quién perseguir”, señaló Abraham Ábrego, director de Litigio Estratégico de Cristosal.

Desde el extranjero también se ha manifestado preocupación. El Colegio de Abogados de la Ciudad de Nueva York advirtió que esta legislación impone restricciones severas a las ONG, periodistas y defensores de derechos humanos que reciben financiamiento internacional, calificándolos como “agentes extranjeros”. Además, alerta sobre el impacto de la ley en derechos fundamentales como la libertad de expresión, asociación y participación.

El Régimen de Excepción y el control total del poder

Aunque el gobierno justifica estas acciones bajo el Régimen de Excepción, que afirma haber reducido los niveles de violencia, diversos sectores aseguran que se trata de un pretexto para consolidar el poder absoluto y ocultar posibles pactos con pandillas.

El periodista Nelson Rauda relató a France 24 que solo en mayo al menos 40 periodistas se exiliaron tras la publicación de un reportaje que exponía negociaciones entre el gobierno y líderes pandilleros. “Desde entonces, la represión se intensificó contra voces críticas: periodistas, defensores de derechos humanos, abogados y líderes religiosos fueron amenazados o perseguidos”, explicó.

Rauda también advirtió que, desde junio de 2024, Bukele controla todos los poderes del Estado. “No se puede hablar de democracia cuando una sola persona domina el Ejecutivo, el Judicial y el Legislativo. Ni siquiera el Instituto de Acceso a la Información Pública puede actuar con independencia”.

A pesar de los datos oficiales que señalan una baja en los índices de criminalidad, los críticos aseguran que se trata de una narrativa construida para justificar abusos y represión, mientras se mediatiza la imagen del sistema carcelario como símbolo de control y poder.

Foto portada: BBC Mundo