Redacción AP

A las cinco y cuarenta de la mañana de este 16 de agosto el sacristán de la parroquia Santa Lucía en el municipio de Ciudad Darío se disponía a preparar el templo para la habitual misa matutina que se celebra en esa parroquia.

Faltando 15 minutos para las 06 de la mañana él junto a agentes pastorales de comunicación se percataron de que en los alrededores de la iglesia había una excesiva presencia policial de agentes antimotines, quienes se bajaron de los vehículos y posteriormente impidieron el ingreso de fieles al templo.

Ante el asedio policial impuesto a la parroquia y el bloqueo a los creyentes de entrar al templo, el padre Vicente Martínez ofició misa en las afueras del templo con los feligreses escuchando al otro lado de una malla.

El momento más impactante se vivió cuando después de la consagración el padre administró el sacramento de la comunión a través de las aberturas de la malla que recubre el muro perimetral del templo.

La parroquia Santa Lucía, de Ciudad Darío, pertenece a la Diócesis de Matagalpa cuyo obispo, monseñor Rolando Álvarez cumple hoy 13 días de secuestro policial impuesto por la dictadura.

El viernes, 12 de agosto dio a conocer un comunicado que prohibía la realización de una procesión con la imagen peregrina de la Virgen de Fátima, por lo que obligó a los católicos a congregarse en las afueras de la Catedral de Managua y ahí hacer un recorrido con la imagen.

Ese mismo día el sacerdote Fernando Calero Rodríguez, de Rancho Grande, publicó un video en el que denuncia que la policía de la dictadura le impidió seguir su ruta hacia Matagalpa, donde participaría en la misa dominical que se realizó a las 10:00 a.m. en la catedral y que tuvo gran asistencia de feligreses.

El domingo, 14 de agosto, el sacerdote Óscar Benavidez Gutiérrez, párroco de la iglesia Espíritu Santo, en Mulukukú, fue detenido por la policía y habría sido trasladado a las celdas de la cárcel El Chipote en Managua. La Policía no ha informado su detención ni de qué se le acusa.

En las últimas 48 horas, el régimen de Daniel Ortega arreció los ataques contra la iglesia católica y sus sacerdotes: ha aumentado a tres el número de sacerdotes detenidos, y otros cinco encerrados en sus templos, prohibió las procesiones y quiere impedir la celebración de misas.

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