El eco de Ernesto Cardenal volvió a resonar en Madrid este jueves, no con la voz del propio poeta —que habría cumplido cien años este 2025— sino en las palabras encendidas, dolidas y profundamente solidarias de Joan Manuel Serrat, quien recibió el Premio Ernesto Cardenal de las Artes en un acto celebrado en la Biblioteca Nacional de España. El cantautor catalán compartió escenario con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, galardonado en la categoría de Concordia y Derechos Humanos.

Serrat, visiblemente emocionado, quiso convertir su discurso de agradecimiento en una denuncia:

“Si hoy Ernesto Cardenal estuviera vivo, cumpliría cien años. Cumpliría también, sin duda, con sus deberes de poeta, sacerdote y revolucionario. Y probablemente estaría en el exilio, como tantos nicaragüenses que no aceptan vivir bajo esta dictadura dinástica de los Ortega Murillo”.

Sus palabras, pronunciadas con la templanza de quien ha cantado la dignidad de los pueblos, estremecieron al auditorio. Habló del “país pequeño y hermoso” que es Nicaragua, al que invitó a conocer “si no lo conocen ya”, pero advirtió que hoy cualquier gesto o palabra que roce la sensibilidad del régimen “es castigado severamente”.

Recordó que miles de personas tienen prohibido salir del país, que se les ha retirado el pasaporte, y que incluso a figuras como Sergio Ramírez o Gioconda Belli se les ha arrebatado la nacionalidad.

“No son nicaragüenses para este gobierno. Están absolutamente condenados al ostracismo”, afirmó con gravedad.

Ante el aplauso contenido del público, Serrat subrayó que aceptar el galardón que lleva el nombre de Ernesto Cardenal implicaba una responsabilidad ética:

“Me creía en la necesidad de manifestar esto, de hacerlo desde la solidaridad con todos aquellos que pelean, de forma dura, difícil y solitaria, contra un régimen terrible”.

El expresidente Zapatero, por su parte, dedicó sus palabras a la defensa de los derechos humanos como principio universal, destacando el legado de Cardenal como “símbolo de la palabra comprometida y la fe que se encarna en la justicia social”. Aunque su tono fue más contenido, su mensaje no dejó de señalar la “preocupante deriva autoritaria en muchas partes del mundo, que requiere una respuesta serena pero firme desde la democracia”.

El acto, organizado por la Fundación Ernesto Cardenal, tuvo momentos de profunda emoción. Se leyeron versos del poeta nicaragüense y se recordó su figura no solo como creador, sino como símbolo de una lucha que, a pesar del tiempo y el exilio, no ha terminado.

Esta noche en Madrid, fue el arte quien habló por los que no pueden. Y fue la poesía, una vez más, quien recordó que la verdad —aunque exiliada— sigue encontrando voz.

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