Más de 60 mujeres migrantes latinoamericanas se reunieron para participar en el III Encuentro de Mujeres Migrantes de Extremadura, un espacio donde compartieron sus experiencias, consultaron sobre sus procesos legales y se apoyaron mutuamente en actividades de sanación y cuidado personal.


La actividad fue organizada por el Movimiento de Mujeres Migrantes, con sede en el municipio de Mérida, España. Esta organización fue fundada por la periodista nicaragüense exiliada Maryórit Guevara, con el objetivo de contribuir al desarrollo, la adaptación y el asesoramiento de las mujeres migrantes que se enfrentan a diversas situaciones de vulnerabilidad.


En su manifiesto, hacen un llamado urgente al Estado: “Nosotras, mujeres migrantes que vivimos en Extremadura, exigimos a las administraciones públicas que asuman su responsabilidad para garantizar procedimientos dignos, accesibles y humanos en los procesos de regularización y documentación. Reclamamos la asignación efectiva de citas y la presencia de personal capacitado que brinde información clara, precisa y empática sobre los procesos migratorios. No podemos seguir siendo víctimas de una burocracia ineficiente que retrasa nuestras vidas y vulnera nuestros derechos”.


Durante la jornada, contaron con la presencia de Diana Tamayo, abogada de la organización, quien les informó sobre la nueva ley de extranjería que entrará en vigor el 20 de mayo. Algunos de los casos migratorios planteados se relacionaban con la renuncia de solicitudes de asilo, denegaciones de residencia por contratos laborales o la falta de respuesta por parte de las autoridades.


Tamayo ha explicado que, si bien la nueva reforma flexibiliza el acceso a permisos y mejora la reagrupación familiar, aún existen interrogantes que la administración debe aclarar en ciertos casos. Además, endurece algunos requisitos, lo que podría excluir a colectivos vulnerables y generar bloqueos en el proceso.


Empoderar a mujeres migrantes


Tania Irías Guerrero, coordinadora del movimiento y activista feminista nicaragüense, aseguró que uno de los principales enfoques de su trabajo es el empoderamiento de las mujeres migrantes “para que tengan herramientas para enfrentar las dificultades que puedan surgir”.


Irías destacó que, aunque “no todas las historias son iguales”, la mayoría coincide en que consiguen trabajos a través de conocidos, lo que a menudo resulta en empleos como internas, aisladas y expuestas a posibles situaciones de violencia, al ser trasladadas a pueblos donde “no tienen con quién comunicarse o desconocen los recursos disponibles”.


Para la activista feminista, muchas de las mujeres que solicitan apoyo desconocen por completo el proceso de regularización. “No conocen sus derechos laborales ni administrativos, ni los suyos ni los de sus hijos”, ha detallado.


La organización ha documentado casos de mujeres con más de 15 años en España que aún no han logrado regularizar su situación, y mucho menos obtener la nacionalidad.


Irías ha enfatizado que estos casos suelen ser complejos, ya que la falta de regularización afecta también a los hijos e hijas de estas mujeres, quienes no pueden ser inscritos en la seguridad social, acceder a la sanidad o solicitar ayudas específicas, colocándolas en una situación de mayor vulnerabilidad.


“Nos ponemos rostro”


La idea de organizar este evento, según Irías, es fomentar la identificación entre todas. “Nos ponemos rostro, porque es importante para ellas y para nosotras relacionarnos con otras mujeres migrantes que se acercan al movimiento”.


“De hecho, muchas de las mujeres que llegan al movimiento lo hacen gracias a que otras compañeras les han indicado que ahí trabajamos y hacemos lo que hacemos”, ha manifestado.


En la actividad también participaron mujeres integrantes de otras organizaciones que defienden o apoyan a mujeres migrantes en sectores como el trabajo a domicilio o el trabajo sin papeles.


Para Flavia Anahí Ovejero, vicepresidenta de la asociación Mujeres Cuidadoras sin Papeles, con sede en Málaga, Andalucía, este tipo de encuentros es crucial porque “las mujeres cuando llegan a España no tienen la menor idea de sus derechos laborales ni de cómo empezar”.


Ovejero también ha destacado la importante labor de asesoramiento que realiza el movimiento, que abarca desde cómo realizar un empadronamiento u obtener una tarjeta sanitaria, hasta cómo llevar a cabo los trámites de regularización.


Ha subrayado que conoce casos de mujeres que enferman y no saben cómo solicitar la tarjeta de la sanidad pública, debido a su aislamiento y a la falta de campañas informativas por parte del Estado sobre estos temas.


En la diversidad encuentran su fortaleza


El Movimiento trabaja con más de 350 mujeres de diferentes países de Latinoamérica. Claudia Soto, colombiana residente en España desde hace 25 años y víctima de violencia de género durante más de una década, conoció la organización a través de una compañera.


Soto, interesada en la asociación, viajó desde Montijo, municipio extremeño ubicado a 26 minutos en coche de Mérida, para conocer el trabajo del Movimiento. Desde entonces, ha acompañado a otras mujeres solas o con falta de información para que también reciban ayuda.


“Me llevo una bonita experiencia porque la verdad llevaba tiempo sin bailar, sin expresar las cosas, y la verdad que la actividad de hoy me hizo sentir bien”, ha mencionado Soto sobre las actividades desarrolladas en el encuentro.


De igual manera, Cenia López, originaria de Honduras y residente en Cáceres desde hace 11 años, también viajó para compartir con sus compañeras. Ha explicado que, a pesar de las dificultades, trata de enfocarse en lo positivo que le ha brindado la experiencia de migrar.


A pesar de los desafíos y las barreras, estas mujeres migrantes continúan tejiendo sus vidas en España con resiliencia y esperanza. Sus contribuciones, a menudo silenciosas, pero profundamente significativas, enriquecen el tejido social y económico del país, allanando el camino para futuras generaciones de mujeres que buscan un nuevo comienzo.

Foto portada: Mujeres migrantes en Merida, Extremadura

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