En una entrevista para Agenda Propia Nicaragua el opositor y exdiputado nicaragüense Eliseo Núñez, ha puesto bajo la lupa la profunda crisis política que atraviesa Nicaragua, un país donde la legalidad constitucional, la estructura del poder y la legitimidad del gobierno encabezado por Daniel Ortega y Rosario Murillo han sido cuestionadas de manera contundente.

Núñez, centrado en el desmantelamiento de la vicepresidencia y la consolidación de un modelo de copresidencia sin precedentes en la región, expone las grietas de un sistema que, según los críticos, se sostiene sobre reformas ilegales, elecciones fraudulentas y un control absoluto del poder.

Núñez ha desentrañado la situación política nicaragüense, con especial atención en la reforma constitucional que ha alterado la estructura del gobierno y la ausencia de una vicepresidencia funcional. Aunque el Estado proclama un modelo de equidad de género, el contraste con la realidad, señala, es evidente: la violencia contra los derechos de las mujeres persiste, mientras el discurso oficial parece vacío frente a los hechos. En este contexto, surge una pregunta clave: ¿qué está ocurriendo realmente en Nicaragua?

Una Constitución cuestionada desde su raíz, asevera.

En el análisis profundiza en la «reforma» constitucional reciente, que establece nuevas condiciones para la presidencia y la vicepresidencia, pero que muchos consideran ilegal desde su origen. La reelección de Daniel Ortega en 2011, lograda tras maniobras que eliminaron obstáculos legales, y la posterior represión de opositores en años siguientes, como en las protestas de 2018, han socavado la legitimidad del marco legal. Según el vídeo, esta ilegalidad estructural exige una reforma total de la Constitución, una tarea que parece lejana bajo el control férreo de Ortega y Murillo.

Un elemento novedoso y controvertido que se destaca es la figura de los copresidentes, encarnada por Ortega y Murillo. Este modelo, sin precedentes claros en América Latina, genera vacíos legales: no hay claridad sobre cómo se nombran, cómo resuelven conflictos o cómo toman decisiones en el Ejecutivo. El exdiputado plantea que esta copresidencia ha eliminado de facto la vicepresidencia tradicional, dejando el cargo acéfalo y sin funciones definidas. En su lugar, se ha creado un sistema donde el poder se centraliza aún más, sugiriendo un contexto de dictadura que recuerda a las monarquías absolutistas del pasado.

La vicepresidencia: un cargo vacío en un juego de poder

La situación de la vicepresidencia en Nicaragua es uno de los ejes centrales del análisis. Históricamente, el vicepresidente sustituía al presidente en caso de ausencia, pero las reformas recientes han cambiado esta dinámica. Ahora, indica Núñez, el presidente nombra vicepresidentes según un orden de prelación, pero estos no reemplazan a los copresidentes, quienes concentran el mando. Además, critica la falta de legitimidad en la elección de Ortega y Murillo, cuya permanencia en el poder se basa en comicios ampliamente cuestionados por observadores internacionales y la oposición, quienes los califican de fraudulentos.

Eliseo Núñez subraya que, incluso si hubieran sido electos legalmente, el engaño al votante persistiría debido a la ausencia de condiciones electorales justas. En este escenario, subraya, la vicepresidencia no solo carece de funciones, sino que su relevancia ha sido anulada por la figura del copresidente, consolidando un control centralizado que deja poco espacio para otros actores, como ministros o secretarios, cuyos roles también se ven difuminados.

Un modelo absolutista y simbólico

El análisis también aborda el carácter centralista y absolutista del gobierno nicaragüense, un sistema donde las decisiones se toman de manera arbitraria por el Ejecutivo, sin una legislación clara que las respalde. Un ejemplo reciente de esta dinámica, ejemplifica, es la designación de Rosario Murillo como líder del ejército, una medida que el video interpreta como un acto simbólico más que como un cambio sustancial en la estructura de poder. Aunque busca proyectar una imagen de autoridad, la estructura partidaria del ejército y la dinámica establecida sugieren que su impacto real es limitado, sirviendo más como un refuerzo del ego de Murillo que como una transformación efectiva, certifica Núñez.

Por otro lado, entiende el exdiputado, la incertidumbre persiste en torno a figuras como Laureano Ortega, quien alguna vez se perfiló como posible vicepresidente, pero de quien no se tiene información clara. Mientras tanto, se anticipa una nueva ley que redefinirá las competencias del Ejecutivo, incluyendo el proceso de nombramiento de vicepresidentes, aunque los críticos dudan de su legitimidad, dado que proviene de diputados no electos democráticamente.

Una crisis de legalidad y legitimidad

En resumen, Eliseo Núñez pinta un panorama sombrío de Nicaragua: un país atrapado en una crisis de legalidad y legitimidad, donde la Constitución es cuestionada, la vicepresidencia ha desaparecido como entidad funcional y el poder se concentra en una copresidencia que carece de sustento electoral genuino. La falta de procedimientos claros, la represión de la oposición y la ausencia de un marco legal sólido refuerzan la percepción de un gobierno que opera al margen de la democracia.

Mientras Ortega y Murillo consolidan su dominio, Núñez deja una reflexión abierta: sin una reforma profunda y una apertura a elecciones transparentes, Nicaragua seguirá siendo un ejemplo de cómo el poder absolutista puede disfrazarse de legalidad, dejando a sus ciudadanos sin voz ni representación real.