Carlos Bojorge Martínez, llegó a la Catedral de Managua con una camisa de la virgen María, una pequeña bandera de Nicaragua y un cuadro de Monseñor Romero, era el primero de enero de 2024, día que la iglesia católica celebra la jornada mundial de la paz, Bojorge lo hacía para referirse a la persecución estatal contra de la iglesia católica de Nicaragua.
La inteligencia de la policía que viene persiguiendo y acosando toda actividad de la iglesia católica en Nicaragua lo detectó, horas mas tarde fue detenido por hombres de civil, y acusado en juzgado de la dictadura sin haber cometido ningún delito.
A Carlos sus amigos le recuerdan como un «trovador y poeta comprometido con actividades de la iglesia y de su comunidad, es un chavalo muy comprometido que siempre estaba pendiente de las personas cercanas, muy detallista y con un compromiso con las causas sociales muy grande» dijo a Agenda Propia una agente pastoral de la Catedral de Managua.
Desde que el joven poeta fue detenido, sus familiares no han tenido contacto con él. Cuando intentaron reportarlo como desaparecido en el Distrito III de Policía de Managua, los policías les informaron que no podían porque ya se encontraba en La Modelo.
Carlos Alberto Bojorge Martínez fue beneficiado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) con medidas cautelares porque su situación representa un grave riesgo de daño irreparable a sus derechos humanos en Nicaragua.
«La Comisión Interamericana considera que el presente asunto reúne prima facie los requisitos de gravedad, urgencia e irreparabilidad contenidos en el artículo 25 de su reglamento», cita textualmente el documento con las medidas cautelares.
El organismo, también solicita al Estado de Nicaragua que adopte las medidas necesarias para determinar la situación y paradero de Bojorge Martínez con el único fin de proteger su derecho a la vida e integridad personal.
La CIDH también informó que desde el 27 de febrero pidió información al Estado sobre el caso del joven, hasta la fecha no han obtenido respuesta. Esta es una práctica común del régimen, que hace oídos sordos a las solicitudes de organismos internacionales.
El delito del joven poeta fue haber gritado ¡Viva la iglesia Católica! cuando finalizó la misa celebrada ese primero de enero, una acción de resistencia que lo convertiría en un rehén del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.