Eva Zetterberg o el corazón sueco de Nicaragua

Nadie se va de Nicaragua sin su arañazo en la conciencia, sin que le pase nada. Algo parecido a eso escribió alguna vez Gioconda Belli,a la que siempre recurro, y no le falta razón. Por todas partes del mundo hay personas que un día tuvieron la dicha de conocer el paisito, de enamorarse para siempre con un amor de los de verdad, de esos que, aún en la distancia, después de que las brasas primeras se hubiesen apagado, no deja de regresar una y otra vez con más o menos intensidad, siempre latente. Lo he visto en muchos lugares. Uno dice Nicaragua y nunca falta quien, invadido por la cabanga como se dice allá, esa nostalgia que tal vez sea algo parecido a lo que los portugueses llaman saudade, no falta quien con los ojos casi brisando diga yo estuve allí y fui feliz.
Lo acabo de ver, nuevamente, en Suecia, con motivo de la proyección en Gotemburgo del documental Nicaragua, patria libre para vivir. Allí me encontré con personas que alguna vez, hace demasiado tiempo y demasiados sueños, creyeron en una Nicaragua siempre libre y lo dejaron todo para ayudar a hacerla posible. Hoy el país les regresa desangrado como un dolor recurrente. Lejano, tal vez, pero con una insistencia que ralla en la tozudez. Un dolor que en cualquier caso no les doblega del todo a la resignación. Allí he encontrado a gente que ama Nicaragua desde los ochenta como Lars Bildt, o Pamela Wood y Mats Carlson, que se siguen empeñando hoy en ayudar a los niños de Ciudad Sandino al frente de una organización llamada Sandinos barn, los hijos de Sandino, y otros tantos que llegaron en esa época llenos de ilusión y con un corazón que desmentía ese mito de que los suecos son gente fría y distante.

Y allí también estaba alguien que supo ver y, en ese difícil equilibrio de la diplomacia intentó advertir de lo que podía gestarse como así ha sido, Eva Zetterberg, quien fue embajadora de Suecia en Nicaragua desde 2003 hasta 2008, cuando terminó su misión. Se fue de Nicaragua pero Nicaragua nunca se fue de ella. Y no ha dejado de dolerle. Ahora, ya fuera de la actividad diplomática, sigue vinculada con el país y colabora en actividades de incidencia.

Desde mi tiempo en Nicaragua he mantenido contactos personales con amigos, tratando de seguir un poco lo que pasa políticamente en el país. Y lo mantengo principalmente a través de esta red nórdica que hemos creado, con este sector en Suecia donde Pierre Frühling es presidente. Escribo en una revista sueca algunos artículos, algunos sola y otros con ex embajadores suecos que hemos servido en Nicaragua, como siete que hemos firmado dos o tres artículos sobre la situación en Nicaragua y pidiendo que el gobierno sueco actúe más fuerte.

Incidencia política en contra de que Nicaragua reciba recursos del Fondo Verde para el Clima de la ONU

Se refiere Eva a la Asociación por la Democracia y los Derechos Humanos de Nicaragua desde, como me cuenta, tratan de realizar acciones de incidencia. Las más recientes han sido enfocadas a evitar que el régimen de Ortega y Murillo reciba cuantiosos fondos económicos procedentes del Fondo Verde para el Clima de la ONU. Un proyecto con el que se corre el riesgo de exponer a la población indígena de Nicaragua a una mayor violencia y desplazamiento de sus tierras. El proyecto también podría conducir a una mayor degradación de la tierra y también podría dañar gravemente la credibilidad del fondo climático. Suecia es uno de los mayores contribuyentes al fondo y debería desempeñar, consideran, un papel importante en el rechazo de este proyecto.

Hay un proyecto especial que Pierre ha estudiado y nos ha informado mucho. Creo que ha llegado al fondo del problema, eso del Bioclima… El Fondo Verde está dispuesto de pagar, no recuerdo, pero creo que más de cien millones de dólares. Se ha frenado por lo menos el proyecto. Lo último es eso de mandar observadores de Naciones Unidas, pero todavía no se ha aprobado el proyecto Ese tipo de actividades es lo que se puede hacer.

Cuando el vicecanciller Coronel Kautz la llamó diabla

Toca volver la vista atrás, al tiempo en el que a Eva le tocó ser embajadora de su país en Nicaragua. Y no fue una diplomática cualquiera, de las que pasan por los lugares sin rozarse con la gente, sin involucrarse de verdad. Cuando conté antes de llegar a Suecia que me encontraría con ella, me sorprendió con cuánto cariño se la recuerda y cómo se valora su contribución, más allá de lo estrictamente profesional. Su periodo fue de 2003 a 2008 por lo que pudo vivir de primera mano la vuelta de Ortega al poder tras la elecciones de 2006. Supo ver de alguna manera lo que se avecinaba, la progresiva degradación de los espacios democráticos que terminó derivando en la dictadura en la que se ha convertido. En 2008, poco antes de que finalizara su misión, el entonces vicecanciller Coronel Kautz la llamó diabla. Así ha sido siempre la diplomacia de matón de barrio del régimen Ortega Murillo.

Obviamente durante el primer año vimos diferentes señales de lo que iba a pasar más tarde. Habían comenzado a hacer acciones contra organizaciones no gubernamentales, grupos feministas y habían amenazado. No habían tomado aún medidas tan fuertes pero de todas formas se sentían amenazadas, varias personas que conocí, mujeres que trabajaban con movimientos feministas como Vilma Núñez y otras personas más que estaban preocupadas por lo que iba a venir.

Y no, no eran prejuicios lo que tenía entonces Eva Zetterberg, que ahora recuerda cómo ella pensaba, antes de que Ortega ganara esas elecciones de 2006, que no podía ser tan terrible un regreso al poder.

Me sentí después casi culpable porque para las elecciones había mucha gente diciendo que sería una pesadilla si ganaba Ortega y yo les decía que no, que ahora eran elecciones libres y que había conversado con él diferentes temas. Nos juntamos embajadores de la UE hablando sobre la cooperación internacional y cómo iba a trabajar con los ministerios y nos aseguró que no iba a cambiar el personal como es costumbre en América Latina, en muchos países que después de las elecciones lo cambian todo, hasta la persona que hace la limpieza. Dijo que no, que solo algunas personas claves, nada serio… Y con la cooperación, que íbamos a continuar, apreció mucho la cooperación europea… Pero vimos también otros ejemplos en cuanto a la cooperación que nos preocupó. La cooperación con Venezuela. Chaves en ese tiempo fue un líder fuerte y dio mucha ayuda a Nicaragua, o más que todo a Ortega mismo. En ese tiempo tuvimos el deber de registrar muy bien y muy transparentemente toda la cooperación, a qué proyectos, si iba para el Estado, a qué sector… un montón de requisitos según el acuerdo de París. Pero la ayuda de Chaves siempre fue por otro camino que no se registró. No había ninguna transparencia. Antes de las elecciones había nicaragüenses liberales que me advirtieron que no se sentían seguros de lo que iba a pasar y yo les decía, que no, que él ahora ha aprendido mejor por lo menos , durante estos años. Nunca me pude imaginar que iba a pasar lo que ha pasado. Era absolutamente imposible para mí. Poco a poco se vieron estos ejemplos de arrogancia y la manera de manejar algunos proyectos… pero nada tan serio como lo que pasó más tarde.

No olvida tampoco Eva Zetterberg un encuentro que mantuvo con Ortega antes de que el Frente regresara al poder, cuando se discutía sobre la prohibición del aborto en cualquier supuesto y no estaba claro cuál sería la posición de los sandinistas que, como se vio poco después, fue de apoyar un derecho fundamental para las mujeres.

Hablé con Daniel cuando todavía estaba en la oposición y no tenía tanta influencia y se comenzó a discutir el tema del aborto y los sandinistas no habían aprobado el proyecto, pero estaban estudiándolo. Y después con Samuel Santos que era el canciller en mi tiempo, me dijo que tal vez iba a pasar la primera vez en el Parlamento pero no la segunda y que no me preocupara… ese tipo de charla. Fue impresionante cuando me dijo (Daniel) que el aborto no era algo para el interés de las mujeres sandinistas.

Después de eso, ya en el poder, Ortega desató una persecución feroz a las feministas a las que nunca perdonó el apoyo y denuncia de sus abusos sexuales a su hijastra. Eva recuerda bien todo eso.

La persecución de las organizaciones, no solamente advertencias o amenazas. Realmente persecución. Yo obviamente me doy cuenta. Así como me trataron a mí, que era diplomática de un país, supuestamente amiga y todo eso… y protegida por la UE, lo que pasó con las organizaciones de mujeres nicaragüenses trabajando en organizaciones pequeñas feministas, cuando no tenían respeto a mí… obviamente se sintieron poderosos de hacer cualquier cosa con ellas, y lo hicieron.

Colaboración con la policía de Nicaragua y la formación en derechos humanos

La colaboración del gobierno sueco con Nicaragua siempre ha sido muy generosa y en el periodo de Eva también lo fue. Ella recuerda especialmente el trabajo que se realizó con la Policía y, claro, viendo ahora en qué se ha convertido, en cómo son el brazo ejecutor de las matanzas ordenadas por el régimen, una sensación terrible la embarga.

Me siento tan triste al ver a estos policías nicaragüenses… Durante mi tiempo la cooperación entre la policía sueca y nicaragüense fue grande. No recuerdo cuántas coronas suecas entregamos a un proyecto en educación y formación de los policías en derechos humanos y tuvimos una cooperación muy estrecha muy buena. Éramos muy amigos con los policías, Aminta Granera y los policías de alto nivel y en el campo y todo eso.. Ver este proyecto que totalmente ha fracasado…

Aunque no ha vuelto a Nicaragua, Eva Zetterberg nunca se desvinculó del país. Cómo poder hacerlo. Ha seguido todos los dolorosos sucesos desde abril de 2018 y participa, como decíamos, en acciones de incidencia con las que llamar la atención sobre un país que ya no importa tanto en Europa como en otro tiempo.

Creo que tal vez hay que recordar nuevamente a los parlamentarios europeos… ahora sabemos que tal vez ahora no quieren hacer tanto porque hay las nuevas elecciones el año que viene… pero eso del acuerdo de Centroamérica y la UE.. en eso tal vez se pueden mover algo. No conozco cómo anda eso ahora, pero es otra posibilidad, obviamente.

Insistir en la candidatura de Vilma Núñez y Rolando Álvarez para el Premio Sájarov

Y a propósito de la incidencia en el Parlamento Europeo, así valora Eva que los nombres de doña Vilma Núñez y monseñor Rolando Álvarez hayan estado en la terna final del Premio Sájarov, con el que la Unión Europea reconoce a defensores de la libertad de conciencia de todo el mundo, que finalmemente ha sido otorgado a Mahsa Amini, la joven iraní que falleció a manos de la ‘policía de la moral’ en Irán por llevar mal colocado el velo y el movimiento “Mujer, vida y libertad”, símbolo de protesta por los derechos de la mujer en este mismo país.

Lastimosamente no ganaron pero también las tres candidaturas eran excelentes, no se pueden quejar de eso. Pero vale la pena seguir luchando por la candidatura de Rolando Álvarez y Vilma Núñez. Su lucha es espectacular. Él, negándose a salir del país y ella, con su edad, 84, privada de su trabajo, casi de su casa, pensión y su ciudadanía además y seguir adelante en esta situación. Es impresionante. Por eso vamos a insistir. Yo creo que también, hay prisa, porque él está en esas condiciones muy malas, y ella también entonces no se sabe hasta cuánto duren en esta situación difícil. Voy a averiguar cómo seguir luchando para eso, para otro premio para ellos o el mismo premio.

La difícil tarea de posicionar a Nicaragua en la agenda internacional

Este ya no es el país que generó tantos sueños en los ochenta y que entusiasmó a muchos jóvenes que desde medio mundo se sumaron a los compas. Ahora en Suecia Nicaragua navega, más bien, entre el desconocimiento y la indiferencia. Al menos la izquierda política, salvo grupos muy minoritarios, como sucede en el resto del mundo, sabe que Ortega no les representa.

Aquí hay algunos grupos pequeños, más que todo de latinoamericanos, que todavía no se han dado cuenta o non quieren ver la realidad de lo que pasa en Nicaragua ahora. Pero la izquierda sueca no. No he escuchado por muchos años, desde que comenzó la insurrección, voces en favor del régimen. Obviamente a los partidos no de izquierdas nunca les ha gustado Ortega, aún menos ahora, ni a los socialdemócratas tampoco. En el Parlamento no hay ninguno que los defienda y a la ultraderecha en Suecia no le importa nada, no se si saben donde está Nicaragua ni siquiera. El interés entre los parlamentarios es bastante bajo, aún menos ahora con el conflicto en el Medio Oriente, el terrorismo de Hamas y la guerra que Israel ha comenzado contra inocentes. Es difícil entrar en el escenario internacional con el tema de Nicaragua ahora.

Cinco años y medio han pasado desde la insurrección de abril y el panorama, lejos de haber mejorado, a todas luces se ha complicado aún más. Eva Zetterberg, a priori, no ve una solución rápida.

Yo creo que a largo plazo. Claro que hay que pensar que sea posible, que esto no va a durar para siempre. El problema es que no se ha visto una oposición muy fuerte afuera del país. Hay oposición, obviamente, que trabaja y hace buenas cosas pero no es tan conocida en el mundo. No hay como un gobierno en el exilio que pudiera regresar en otro momento y otra coyuntura. Creo que ese ha sido el problema, una razón para que Ortega haya podido obtener tanto poder.

En la calle llueve y la temperatura ha caído hasta los dos grados. Este otoño de Gotemburgo anuncia que el invierno ya está cerca. En la pantalla de la sala 1 del cine Hagabion se escuchan los primeros acordes de Mi patria me duele en abril de Luis Enrique Mejía Godoy mientras comienzan a leerse los títulos de crédito del documental que ha finalizado. Eva Zetterberg, con la mirada casi brisándole, me agarra fuerte la mano y me da las gracias. Miro a mi alrededor y en las butacas veo mujeres y hombres con un nudo en la garganta, con un dolor en el pecho compartido, con un sueño quebrado. Y sé que no hará falta explicarles por qué se puede amar un país en el que no se ha nacido.