El 28 de octubre se realizó el Seminario Internacional “Cuba, Venezuela y Nicaragua. Balances y Perspectivas” donde tres personas expositoras originarias de los referidos países, compartieron sus puntos de vista de lo que pasa en los mismos. Todo surgió en el II Congreso Mundial de la Liga Internacional Socialista, LIS, realizado en 2023, para adentrarse en el debate de procesos con cambios importantes como Cuba, Venezuela y Nicaragua.

“Existe interés por discutir lo que está pasando en estos países, que han generado expectativas y preocupación por los acontecimientos que se han desarrollado, sobre todo en los últimos años, que plantean interrogantes, aseguró Alejandro Bodart, coordinador internacional de la LIS.

Estos procesos lejos de avanzar se fueron estacando o retrocediendo agregó Bodart, por ello hay que discutir desde visiones críticas distintas a la mirada oficial. El internacionalismo es importante cada vez mas en el mundo globalizado y el capitalismo decadente, que está llevando a la barbarie, agregó. “Que hayan conclusiones de los procesos que han despertado interés, expectativas y frustraciones, para revertir el curso actual” precisó.

I Entrega

De la revolución al país cárcel

El nicaragüense en el exilio Mohamed Pacheco, dijo que para comprender la realidad actual de Nicaragua se requiere entender desde el proceso de la revolución hasta el país cárcel en que lo han convertido.

“Entender qué pasó desde la revolución del 79, es fundamental para muchos que la toman como ejemplo, la pregunta es cómo se puede enfrentar a una dictadura y derrocar toda su institucionalidad”, expresó.

Es importante, a juicio de Mohamed, también demarcar cómo se pasó del proceso revolucionario a una nueva dictadura, encabezada por el mismo liderazgo que tomó las armas y el poder en el 79, con Ortega a la cabeza del FSLN, “quien hoy constituye una nueva dictadura que enfrenta a todo un pueblo que se rebeló y que en muchos sentidos es peor que la dictadura de Somoza”.

La toma del poder, según Pacheco, fue un proceso insurreccional que escaló hasta la caída del dictador Somoza; liquidó a la guardia nacional; y puso en jake a la burguesía. Se transformó en punto de partida en Centroamérica donde había distintos procesos de rebeliones que enfrentaban a sus dictaduras, como en El Salvador. A escala continental significó una contra-tendencia frente a dictaduras genocidas del Cono Sur como Videla en Argentina y Pinochet en Chile.

La toma el poder tuvo limitantes, asegura el joven nicaragüense. Hubo críticas que pusieron en el debate estos límites de la dirección sandinista, la cual en vez de expropiar a toda la burguesía, hacer una reforma agraria integral, asegurar el control obrero de la industria, pactó con la burguesía anti-somocista y la invitó a gobernar, sin asegurar un programa de derechos sociales para el pueblo.

El pacto con la burguesía “se hizo en el momento de mayor movilización, el pueblo se había liberado de una dictadura, pedía el poder para gobernar pero el Frente le negó esa posibilidad, en vez de garantizar democracia popular, impuso un régimen de centralismo burocrático digno del estalinismo. Obviamente reprimió toda crítica”, afirma.

La experiencia de la brigada Simón Bolívar, en su opinión, fue una prueba de la burocratización, los brigadistas fueron expulsados y entregados a la policía panameña, “casi los matan por tener comentarios hacia la dirección, proponer control obrero, construir una organización política independiente, apoyar la revolución, profundizarla y extenderla más allá de las fronteras nacionales”, explica.

Además, resalta la influencia del estalinismo por medio del Partido Comunista de Cuba, quien aconsejó límites, co-gobierno, no expropiación, no regionalización de la revolución y firma de Contadora y Esquipulas, las cuales marcaron retrocesos históricos, entre otros. A su juicio, la burocratización, falta de una verdadera democracia, el régimen verticalista, ausencia de condiciones materiales de vida, y la campaña contrarrevolucionaria impulsada desde los Estados Unidos, se combinaron con el sabotaje de la burguesía local y produjeron diez años de guerra civil.

Para el expositor, esto conllevó a que el Frente empezara a cambiar. “Entregó el proceso revolucionario en las urnas, asumió un rol de coexistencia y oposición burguesa, y se empezó a gestar un co-gobierno, ya que si bien había perdido el gobierno, sostuvo en manos de Humberto Ortega el liderazgo del ejército”. Así arrancó el aburguesamiento de la conducción del Frente, con privilegios escandalosos -como toda burocracia en el poder- reivindicándose de izquierda y el pueblo con hambre, añade.

En 2006 el FSLN retornó al poder público, luego de 16 años de gobiernos de derecha liberal y una oleada progresista en América Latina. Volvió con el apoyo de la Iglesia Católica luego de haberle ayudado en la penalización total del aborto, que hacía más de 100 años contenía el eximente legal de aborto terapéutico; un nuevo pacto con la burguesía; subsidios petroleros provenientes del chavismo que les permitieron financiar programas sociales y medidas de corto alcance, parches, frente a la crisis económica del país.

La matriz capitalista en Nicaragua

Mohamed Pacheco explicó la matriz capitalista en Nicaragua. “Una economía semi-colonial, en tensión con la vieja burguesía pro yanki y la emergente burguesía sandinista, disputándose negocios y privilegios”. La tercera parte del territorio nacional, unos 3,5 millones de hectáreas, concesionado a corporaciones mineras de Canadá, Estados Unidos, y China en menor medida, aseguró.

Manifestó además, que la familia Ortega-Murillo tiene un conjunto de pilares económicos como BANCOR, Albanisa, Alba equipos, Alba depósitos, Alba forestal y DNP, los cuales lucra a través de testaferros. Estas empresas nacen del préstamo del chavismo y se hacen pasar como deuda pública pero se manejan a discreción, como préstamo privado. “La familia Ortega-Murillo hoy por hoy es burguesía multimillonaria que defiende privilegios. Es la segunda burguesía más grande del país. ¿Ortega-Murillo es izquierda antimperialista?, preguntó.

La respuesta a esta interrogante es clave, para Pacheco, porque hay sectores de los partidos comunistas, el progresismo, corrientes del guevarismo, que siguen viendo el gobierno de Nicaragua como de izquierda antimperialista, asediado por la Casa Blanca y que toda oposición es funcional al imperio. Para clarificar, puso de ejemplo el régimen de zona franca que hay en el país, con maquilas que explotan en condiciones casi de esclavitud a la población desesperada por la crisis económica. Esas empresas, de capital estadounidense la mayoría, tiene un pacto con Ortega, se aprovechan de la gente. “Esto de antimperialista o de izquierda no tiene nada”, reafirmó.

También se refirió a las remesas que se reciben desde Estados Unidos. “Es un juego en pinzas a dos puntas, por un lado con el exilio y la migración la dictadura se ha sacado a quienes protagonizaron el proceso de rebelión de 2018; y por otro, los gringos incorporan fuerza laboral sin derechos, a cambio que envíen remesas para sostener a sus familias precarizadas. Esto, largo de ser izquierda y antimperialismo, es capitalismo puro y duro. Quedan claras las relaciones orgánicas de la dictadura con el imperialismo en materia económica”, dijo

La rebelión ciudadana

La rebelión de 2018 se venia gestando antes, paralizó el país y protagonizó unos 150 tranques (cortes de ruta), varios con autodefensa contra las bandas para-policiales, con ocupación de universidades, auto-gestión y espontaneidad. Había rechazo al partido del régimen y a colaboracionistas, procurando organizarse de forma independiente. Participaban activistas estudiantiles, ex dirigentes del Frente que rompieron en los años 90, entre otros.

Relata el expositor que Alternativa Anticapitalista, en su mayoría jóvenes, y exiliados, ex presos políticos, perseguidos por la dictadura, coincidieron con el movimiento campesino; y fueron financiados por el pueblo, no con los dólares de la CIA. Fue un proceso genuino de rebelión popular que desbordó a la policía y la paralizó hasta que salió del estado de shock en la que se había sumergido la dictadura, la cual no esperaba que el pueblo se levantara, y lo que hizo fue caracterizar la convergencia en calles y tranques de aquellos sujetos sociales que podían ser factor de riesgo, como oposición no derechista a independiente, y enfrentaban al régimen.

La política de la dictadura fue diseñar una respuesta, a gran escala, de estado policial y un dispositivo permanente para desmantelar la oposición.

2018 permitió definir el quehacer de las y los revolucionarios”

El joven nicaragüense concluyó que la rebelión de 2018 dejó conclusiones importantes para definir lo que tienen que hacer las y los revolucionarios. Una primera, es que se demostró que hay fuerza social para desalojar una dictadura del poder. En segundo lugar, se copó la dirección del proceso a la cúpula de empresariado y de la iglesia católica, quienes pretendieron imponer la política de diálogo y unidad nacional, lo cual dividió y desmovilizó a una parte de la rebeldía.

A su juicio, fue positivo que el proceso fuese auto gestionado, auto convocado, pero faltó un liderazgo político claro, consecuente, con un programa para enfrentar la crisis, lo cual facilitó que sectores activistas, sin experiencia ni conducción política, fuesen presa fácil del operativo de limpieza y la persecución selectiva que impulsó la dictadura.

Nicaragua no es un país es una cárcel donde la represión de 2018 dejó más de 400 personas asesinadas, más de 100 presos políticos bajo condiciones infrahumanas, personas desaparecidas, casos emblemáticos como la masacre con armas de guerra en Carazo, donde desalojaron tranques porque se gestionaban a partir de bastiones históricamente sandinistas.

Pacheco denunció que en 2022 fue secuestrado y ejecutado, ya en el exilio, Rodolfo Rojas, ex cuadro del FSLN, de la guerrilla, quien se opuso a la dictadura y defendió derechos. Fue asesinado por haber dirigido un tranques. Hasta el exilio lo alcanzó la persecución, dijo; y afirmó que el cierre de los medios independientes, alternativos, y la prohibición de las organizaciones sociales y políticas, le permite decir que el país es una cárcel con un pueblo rehén de la dictadura.

Para finalizar, manifestó el expositor, que después de la rebelión, la represión, el exilio obligado, hay tres polémicas centrales en el activismo exiliado: Cómo enfrentar y derrotar a la dictadura; si hay dos etapas en la lucha por una Nicaragua para los de abajo. Qué alternativa política hace falta. Es evidente que con la dictadura no se puede de pactar ni dialogar por ser un régimen sanguinario, capitalista, que defiende privilegios de clase, económicos no los del pueblo explotado.

A su juicio, la clave es la movilización internacional y el repudio contra el régimen, con independencia de todo tipo de injerencia política e impulsar la más amplia unidad en la acción.

Pacheco considera que se debe de avanzar en un proceso combinado y transicional. “Plantear desde ya el juicio y castigo de los genocidas. Son medidas sociales urgentes, también la tierra para quien la trabaja, anular las concesiones con el capital extranjero, nacionalizar la banca y el comercio exterior, planificar la economía para la industrialización pero con control democrático, democracia en los sindicatos y en el régimen político”. No obstante alertó que no puede repetirse la concepción estatista, que tuvo expresiones en el 79.

Señaló además, que Nicaragua es parte de una unidad fragmentada por el imperialismo y las burguesías locales, por eso hay que luchar por la unidad centroamericana con democracia plena. Recomendó retomar la comisión internacional, un camino que la ILS ya transitó en 2022, y veló por la vida y la libertad de todas las presas políticas, lo que seguirán impulsando retomando contactos con quienes puedan, para fortalecerla.