Las afrodescendientes apuestan por un cambio

 

 

 

» En muchas partes del mundo, los africanos y los afrodescendientes tienen que hacer frente a  obstáculos como resultado de prejuicios y discriminaciones sociales que prevalecen en las instituciones públicas y privadas…»

Declaración y Plan de Acción de la III Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación  Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia.

La Región Autónoma de la Costa Caribe Norte (RACCN) y la Región Autónoma de la Costa Caribe Sur (RACCS) de Nicaragua, albergan a las personas afrodescendientes que habitan en el país, creoles y garífunas. Las personas garífunas se ubican únicamente en la comunidad de Orinoco, Laguna de Perlas, en la RACS.

Aunque la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco, determinó desde 2019 celebrar cada 24 de enero el Día Mundial de la Cultura Africana y de los Afrodescendientes; en Nicaragua las y los afrodescendientes han contribuido al desarrollo y promoción de su territorio, pero la dependencia socioeconómica o la falta de empleo digno contribuye a que muchas mujeres afrodescendientes sean sumisas. 

No obstante, las mujeres afro quieren hacer un cambio en sus vidas, empoderarse, creando desde sus experiencias y enseñanzas para todas; quieren hacer realidad que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y en derechos, como lo establece la Declaración Universal de Derechos Humanos y lo que señala la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer, conocida como CEDAW.

En esta fecha no puedo olvidar que la Declaración de Santiago y la de Durban definen como afrodescendientes aquella persona de origen africano que vive en las Américas y en todas las zonas de la diáspora africana, por consecuencia de la esclavitud, habiéndoseles denegado históricamente el ejercicio de sus derechos fundamentales.

Entrevistadas por Radio La Costeñísima, dos afrodescendientes cuyos nombres omitimos por seguridad, hablan de la violencia y el machismo que persiste en su cultura. Una reconoce que vivió violencia de la familia materna ya que perdió a su madre a los nueves años de edad. Otra cuenta que fue criada en un ambiente donde prevalecía y prevalece el machismo, miraba el maltrato que vivían las mujeres, del que también fue víctima su madre.

A juicio de esta última, el factor detonante es el desempleo. «Al no tener ingreso económico, la mujer está sumisa porque tiene que esperar lo que el hombre le quiera dar […] tiene que estarle aguantando. Mientras, la otra caribeña agrega que «son mujeres que tienen un tabú que son mujeres de la casa, que se tienen que quedar «esperando» lo que el hombre diga, ya que viven del dinero del marido».

Si bien cuentan con defensoras de derechos humanos que promueven y defienden sus derechos y de las demás personas que habitan en las comunidades, realizan su labor con recursos mínimos, muchas en desempleo, y en un ambiente de poca seguridad, desde 2018. Su labor ha sido criminalizada por el Estado. Una afrodescendiente declara que «ahora no podemos andar acompañando a una mujer así nomás porque nos arriesgamos hasta a caer presas… nos pueden poner un delito que no hemos hecho».

A su juicio, el gobierno debería apoyar a las mujeres particularmente en los casos de violencia «pero desde que nos quitaron las Comisarías, desde ahí se fue todo abajo porque no tenemos apoyo». La Secretaría de la Mujer del Gobierno Autónomo Regional si bien existe, se desconoce lo que hace.

Las distancias son un factor que influye en el acceso a la justicia, además que la vuelven cara. Es un proceso largo, requiere de recursos y por las distancias los casos «se caen» en el caso de denuncias de violencia contra las mujeres, pese a que el primer femicidio del 2022 en el país, ocurrió en Bluefields. 

La recepción de denuncias y su agilización depende de quién las atienda, «hay quienes son pilas puestas, inmediatamente llaman y consultan cómo proceder, pero hay otros que no, piden a las víctimas regresar más tarde» declara una afrodescendiente, también defensora de derechos humanos. No saben si las personas que atienden denuncias tienen interés realmente o están por pantalla, como se dice popularmente. Conocen de casos donde antes de llegar al juez o jueza, las denuncias las conocen los agresores, no hay sigilo.

Para otra joven afro la necesidad más sentida es promover derecho y motivar. Ella trabaja con personas con discapacidad, pero a su juicio falta inclusión social, muchas madres adolescentes tienen hijos con discapacidad. «Hay mucho aislamiento de poder participar porque la misma sociedad discrimina no sólo con palabras sino con hechos» señala.

Por  ello, consideran parte de sus retos apropiarse de las leyes, necesarias a la hora de presentarse ante cualquier institución a exigir justicia. Seguirán siendo defensoras hasta donde les sea posible. Se trata de forjar un cambio. 

Tal compromiso fue ratificado el pasado 24 de julio, Día de la Mujer Afrodescendiente, pese a las prácticas discriminatorias que persisten y que atentan contra su dignidad, como la estigmatización de sus cuerpos que las hacen ver como hipersexualizadas únicamente, como objetos sexuales sin voluntad propia, y no tratadas con respeto y sin violencia.

El Día de la Mujer Afrodescendiente debe ser de reflexión y análisis. Debe celebrarse la vida de aquellas que han inspirado a las actuales generaciones que siguen luchando por sus derechos, contra el racismo y por la igualdad, apostando a sociedades más justas y democráticas.

Como plantea la líder afrodescendiente, Perla Wilson, pese a que en 2015 se aprobó la Plataforma Política de las Mujeres Afrodescendientes, luego de un proceso colectivo, siete años después de haberse presentado ante autoridades regionales y nacionales, esta no se ve reflejada en los derechos de las afro, sigue siendo un reto.

Te puede interesar leer: Las feministas siguen enalteciendo la resistencia y la resiliencia