María Gómez
A partir de la represión dictatorial iniciada en abril de 2018, miles de personas se vieron forzadas al exilio para evitar ser encarceladas o seguir sufriendo la violencia a la que se encuentra sometido el país hasta la fecha.
Tal es el caso de Elizabeth, una abogada y defensora de derechos humanos que luego de ser encarcelada y torturada por la policía, el 11 de agosto de 2018 decidió exiliarse. Su primer destino fue Costa Rica, donde se integró a grupos sociales para continuar con su denuncia, pero esta vez a nivel internacional.
Al no cesar su lucha, su familia -que todavía se encuentra en Nicaragua- se vio expuesta a acosos, agresiones y amenazas. Mientras, Elizabeth participaba de un evento de exiliados en el vecino país, desconocidos dispararon sobre ella sin resultar herida.
Dada la situación, se planteó viajar a España, en Costa Rica las autoridades le indicaron “que no podían garantizar” su seguridad porque habían muchos nicaragüenses. Lo que la hizo sentir expuesta y aterrada porque sabía que estaba ubicada, pero lo peor es que no la dejarían rehacer su vida en paz.
Inicio en España
Luego de un par de intentos de salir de Costa Rica, logró llegar a España el 19 de agosto de 2019; sin saber nada de la cultura y sin tener idea de qué hacer. A su llegada no tenía dónde dormir, pero su hermana le consiguió un salón mientras encontraban una habitación.
La exiliada detalló que su reto más grande en España fue su proceso de asilo, ya que el sistema estaba saturado.
“Ha sido un reto porque el hecho de perder la carrera y la profesión sí te afecta, y mucho. Y más cuando te dicen que no podés ejercer tu carrera y que tenés que empezar de cero; para una mujer que viene de una familia humilde y que le costó su titulación en Nicaragua y perderlo todo, fue como un balde de agua helada”; así describe una de las tantas situaciones a las que ha estado expuesta.
Durante su proceso de legalización en España, Elizabeth trabajó cuidando personas mayores y realizando otras actividades del hogar para poder costear sus gastos. Pero su vida no se enfrascó en seguir “victimizandose”,a como ella lo señala, por ser una exiliada.
Luego de varios momentos de depresión, ansiedad y otros estados de ánimos que se volvieron parte de su día a día en esta nueva etapa, buscó ayuda profesional.
Mientras le atendían,trabajaba como voluntaria con mujeres en la Cruz Roja. Su siguiente paso era profesionalizarse y continuar ayudando a personas en situación de vulnerabilidad; actualmente estudia Derecho y Tecnología de la Información de igual manera, ha logrado un contrato definido en una empresa como teleoperadora.
El exilio no fue el fin de sus metas
Otras de las mujeres a las que el régimen de Nicaragua le intentó robar sus metas es a la periodista y docente Solange Saballos, quien participó en 2018 de las protestas de universitarios, luego apoyó a los estudiantes atrincherados tanto en la Universidad Politécnica de Nicaragua (Upoli) como en la UNAN-Managua.
A raíz de que mostró públicamente su repudio contra las agresiones que el régimen ejercía en ese momento, fue expulsada de la universidad y acosada por docentes aliados a la dictadura. Se vio obligada al exilio, su primer destino fue Guatemala, donde estuvo una temporada para luego buscar nuevas oportunidades en Noruega, país donde llegó el 5 de agosto de 2019, para continuar sus estudios de máster en Lengua y Literatura Nórdica.
El principal reto que se le presentó al llegar a Noruega fue “la xenofobia, la ignorancia sobre Latinoamérica y la soledad como migrante de esa región en un país donde los latinos somos la minoría de las minorías. Los que dominan el influjo de extranjeros no-europeos son los árabes, turcos y africanos”.
Sin embargo, se siente orgullosa de haber ganado su beca sin el apoyo de nadie y no haber permitido que la dictadura le arrebatara sus sueños. Cabe destacar que su tesis puso en la palestra, por primera vez, la situación de Nicaragua en un país totalmente ajeno a la represión estatal.
“Mi beca es para estudiantes en riesgo por haber sido expulsada de la UNAN-Managua debido a mi participación en protestas civiles y estudiantiles. Finalicé mi maestría en idioma español y estudios latinoamericanos en junio 2022. Actualmente tomo cursos extra en lengua y literatura nórdica en la misma Universidad de Bergen (UiB)”.
Mientras estaba como becada Saballos vivió mucha xenofobia, al punto que tuvo que mudarse del vecindario donde vivía. Fue víctima de bullying, “particularmente hombres de la ONG que me nominó para la beca, otros estudiantes en riesgo. Mi contacto de la universidad no me apoyó y eso que es latina, más bien siempre tomó la perspectiva de gente que me agredía y se negó a decirme directamente quiénes eran o tener una reunión para encararlos. Eso me hizo evadir contacto con todo mundo por dos años, hasta que las medidas del corona se relajaron en 2021”.
Además, de soportar el acoso y la soledad al encontrarse totalmente lejos de su tierra, el sufrimiento empeoraba cada vez que miraba cómo la dictadura “destruía” su país.
La periodista, para buscar otras fuentes de ingresos también se ha dedicado a cuidar personas mayores, mientras espera la resolución de su solicitud de asilo. También vende sus servicios de redactora y editora, tanto en inglés como en español.
Abuso laboral
Otra de las experiencias que resalta Saballos, dada su situación de exiliada, fue el abuso laboral sufrido en Holanda por “el director de la ONG Lleca Teatro” lo cual denunció en su momento.
La periodista resalta que durante este proceso fue expuesta y no recibió apoyo de nadie, pese a que lo solicitó.
“Cabe destacar que nos llevaron con engaños de cierta cantidad de dinero, sin contrato laboral y trabajando en negro. Las organizaciones holandesas involucradas también lo protegieron ya que sabían que lo que hicieron era totalmente ilegal, me sentí como víctima de trata de personas”.
Pese a las diferentes situaciones a las que se han enfrentado tanto Elizabeth como Saballos, no callan sus voces y siguen denunciando a la dictadura ni detienen sus sueños porque un día quieren llegar a Nicaragua con nuevos conocimientos que contribuyan al desarrollo de la nación.
Ambas se caracterizan por ser mujeres fuertes y por su deseo voraz de ser cada día mejores. De no apoyar las injusticias o contribuir a la censura. Siempre que tienen tiempo, aseguran, ayudan a otros nicas o migrantes para que avancen con sus procesos de extranjería o continúen sus estudios.
Constantemente tienen pesadillas de lo que un día vivieron, extrañan a sus familiares y viven con el temor de un día volver a ser vulneradas. Pero en sus corazones albergan la esperanza de que volverán a disfrutar de la democracia en Nicaragua.