Al sector turístico nicaragüense le ha llovido sobre mojado en los últimos años. En abril de 2018, las empresas dedicadas a estas actividades comenzaron a vivir la crisis que paralizó al país y terminó por afectar la actividad; en el 2020 la pandemia de la COVID-19 agravó la situación y la constante militarización impide que todas las personas se sientan libres y seguras de visitar lugares turísticos, aunque el panorama aún es complejo, las empresas esperan resurgir.
Este veintidós de febrero inicia la temporada de verano, que en su mayoría es aprovechada por la población para visitar lugares turísticos en las diferentes zonas del país. Perla, es empresaria turística de Las Peñitas, afirma que hay que seguir dando la batalla para mantener vivos los negocios. “La situación ha sido muy dura para el sector, sin embargo, la mayoría de los empresarios están dando un plus esfuerzo por mantener vivos sus negocios con la esperanza de que haya un cambio» subrayó.
Dos fuentes del sector turismo del departamento de Estelí y Matagalpa consultadas por Agenda Propia dijeron que han sobrevivido con el turismo nacional, ya que la llegada de extranjeros no se ha restablecido. “El turismo extranjero no está llegando a Nicaragua como anteriormente lo hacía, mientras esto no mejore no habrá volumen de turistas que permita rentabilidad en las zonas turísticas”, manifestaron.
“Acá las empresas turísticas estamos en riesgo constante, porque vivimos endeudados, porque hay que dar un buen servicio y para eso tenemos que invertir, y al no haber turistas no tenemos ingresos y lo que tenemos son pérdidas económicas, a eso hay que agregar el pago del personal que eso es de fijo mes a mes” dijo otra empresaria turística de Granada que decidió hablar en anonimato.
Para el economista e investigador Marco Aurelio Peña “la caída del turismo en 2019 es mas de la mitad de lo que se generaba en el 2017, a partir de 2020 hay un esfuerzo por tratar de recuperar y alcanzar los niveles registrados antes de la crisis, en eso estamos, en el 2021 hay un efecto de rebote estadístico, pero es algo más estadístico, y en 2022 se dio la tendencia natural de normalizar la caída, pero no se ha logrado” dijo en la edición: Aportes a la economía del turismo nicaragüense de Agenda Propia.
La dictadura orteguista hace alarde de sus cifras vendiendo a la población un crecimiento económico que es macro económico y que no se ve reflejado en la micro economía; Peña analizó los datos, manifestó que aunque “se haya dicho oficialmente que Nicaragua creció el año pasado -2022- a una tasa cercana al 4% y que este año se tengan proyecciones de crecimiento exageradamente optimista, entre el 3 y 4 %, cuando la CEPAL, el Banco Mundial y el FMI pronostican hasta un 2% de crecimiento. Eso no debería de causar ningún tipo de asombro”.
El análisis de Peña es cotejado con la opinión de los operadores turísticos quienes confirman que funcionarios de INTUR les visitan constantemente. “Vienen a nuestras empresas a hacernos visitas, a hablarnos de inversión y promoción del turismo, pero eso no se ve en lo concreto porque hay unos cuantos extranjeros, pero no gastan como en años anteriores y el turista nacional busca lo mas cómodo”.
Peña dijo que “el crecimiento económico para la población nicaragüense es un medio para el desarrollo, eso significa que el país sigue funcionando, se sigue generando dinero, pero eso no nos dice nada sobre la calidad de vida de la gente, para examinar la calidad de vida de la gente nos vemos obligados a revisar otros indicadores como el Indice de Desarrollo Humano” expuso.
Pese a que la dictadura informa a través del Instituto Nicaragüense de Estadísticas -INIDE- que, en el tercer trimestre de 2022, el indicador del gasto per cápita diario para el turismo receptor se incrementó en “forma interanual”, mientras el gasto per cápita diario para turista emisor disminuyó respecto al mismo período de 2021. El indicador de estadía continúa presentando una “tendencia de normalización”.
Los datos muestran una Nicaragua alejada de la realidad que viven las empresas turísticas y la misma población, y es que según el economista, el desarrollo económico del que habla el régimen “puede estar siendo concentrado de otras formas y no necesariamente orientado al desarrollo, porque para hablar de desarrollo debe de enfocarse en reducir la pobreza, que -el desarrollo- sea incluyente, sostenido, que reduzca la desigualdad social y sobre todo que haga que la mayoría de la gente participe en no solo en la producción nacional sino en el ingreso nacional, por eso tenemos que el índice del desarrollo social y en el índice del progreso social, en ambos casos cuando se hace el Ranking Nicaragua tiene un IDH mediano y un IPS mediocre” analizó.
El investigador, además, detalló que “los beneficios del crecimiento económico podrían estar concentrados por grandes mercados, empresas, ciertos grupos sociales y obviamente la economía nacional más que del turismo se ha sostenido en tiempos de crisis por las exportaciones principalmente del oro en bruto y las remesas monetarias que el año pasado superaron los tres mil millones de dólares”.
Sobre las cifras de crecimiento en turismo y en la economía dijo que “Nicaragua no es el único caso de regímenes autocráticos en los que se valen de sus cuadros técnicos para implementar ciertas políticas eficaces que al final de cuenta sean convenientes para perpetrarse en sus sistemas políticos”.
Aseguró que “desde el punto de vista macro económico se presenta una radiografía de lo que micro económicamente la gente percibe, porque en eso la gente dice que el país va en mal rumbo si no, ¿Por qué la gente se va?” cuestionó.
El sector turístico de Nicaragua que durante años representó uno de los rubros más importantes del país y que junto a las zonas francas dinamizó la economía, no logra recuperar los números alcanzados en 2017.