Sheynnis Palacios o una esperanza azul y blanco que vuelve a volar

Si damos por hecho que lo personal es político, frase de incierta autoría pero asumida históricamente por amplios sectores de los movimientos estudiantiles y también feministas, no sería aceptable abstraer el triunfo de Sheynnis Palacios en el certamen Miss Universo de la las circunstancias actuales de tiranía que vive Nicaragua. No es que sea imposible que cualquier hecho público de relevancia pueda verse aislado de la realidad que lo abarca todo en el país, es que sería además de una torpe miopía explicar las reacciones a un lado y al otro de la brecha que polariza la sociedad el éxito de una bonita muchacha de 23 años.

Nada es inocente en lo que en estos momentos de la historia significa que Sheynnis Palacios se haya coronado como la mujer más bella del Universo (con permiso de las habitantes, si las hubiera, de planetas por descubrir). Nada lo es desde abril de 2018 porque entonces los nicaragüenses despertaron violentamente de un letargo y tuvieron que abrir los ojos para tomar partido, públicamente o no. No hay inocencia ni si quiera en un certamen tan aparentemente frívolo como es un concurso de belleza y no la hay porque a quien representaba Sheynnis es a un país golpeado y herido que en el terreno de lo tangible del día a día no encuentra una salida a tanto dolor acumulado por lo que necesita de los espacios simbólicos para abrazar una esperanza.

Un zanate/sinsajo como símbolo de rebelión

¿Es Sheynnis Palacios una joven azul y blanco contraria a la dictadura? ¿Participó en las marchas de abril del 18 como se muestra en algunas fotos en estos días? A decir verdad, y aunque parece que sí que está más que confirmado, eso es lo menos importante. Es una obviedad que en el marco de Miss Universo no puede esperarse la toma de postura pública que muchos hubieran deseado por parte de la ganadora. Eso nunca va a pasar salvo sorpresas pero hay que saber leer entrelíneas, en ese terreno mencionado de los símbolos para entender que, en términos futbolísticos, al régimen de Ortega y Murillo se les ha colado un gol por toda la escuadra. Un auténtico golazo. Y se ha marcado ese tanto con el éxito de Palacios porque han pasado muchas cosas en el transcurso del concurso y en el desenlace del mismo. Lo que muchos vieron como chiste, ese traje alado de zanate, otros, con agudeza, lo interpretaron como muestra de rebelión, como si se tratara del sinsajo que en la saga cinematográfica de Los juegos del hambre se convierte en el símbolo que une a los habitantes de todos los distritos subyugados por la tiranía del presidente Snow.

El traje de la joven Katniss Everdeen, jugándose la vida en un cruel concurso televisado, se transforma en mucho más que un atuendo decorativo y lo hace casi sin buscarse, porque es la masa de los distritos, hastiada por tanta represión, la que lo convierte en algo más, la que lo hace trascender y cobrar otro significado. Por pura necesidad de agarrarse a una última esperanza. ¿Hubo una intencionalidad en la elección del traje de zanate tan parecido al del sinsajo de Everdeen? Yo no suelo creer en las casualidades y me parece en en El Carmen tampoco si atendemos a las reacciones más inmediatas.

Una golondrina (en este caso un zanate) no hace primavera pero es que ha habido mucho más que esto. ¿Desde cuándo no se veían banderas azules y blancas en las calles del país o se cantaba el himno Nacional o, aún más llamativo, la Nicaragua, Nicaragüita? Que Sheynnis Palacios no es un burdo Chocolatito más de la dictadura se ha evidenciado y amplificado con los múltiples mensajes de alegría procedentes desde todos los sectores de la oposición al régimen. Desde monseñor Silvio Báez a doña Chica Ramírez desde su campamento de dignidad en Upala celebrando en pura fiesta.

Si no había suficientes elementos simbólicos añadamos más: la flamante miss Universo es licenciada en Comunicación por la UCA en 2022. La última promoción antes del cierre de esta prestigiosa universidad impuesto por la dictadura. Y si todo esto nos pareciera poco hay un detalle no menor como es la abierta reivindicación feminista que hizo Sheynnis Palacios de la figura de la británica Mary Wollstonecraft, considerada como la primera filósofa de la historia que luchó por los derechos de la mujer. No creo que haga falta recordar qué supone el feminismo para este régimen misógino y heteropatriarcal y por qué declararse feminista es una amenaza para los Ortega y Murillo.

Mientras, al otro lado, primero una reacción contenida, calculada pero llena de temor. En el momento de escribir esto, sin grandes alharacas. Más bien, en una primera fase, con menosprecios en medios oficialistas a costa de la dedicación de su familia a la venta de buñuelos y unas felicitaciones oficiales marca Chayo que no denotan un gran entusiasmo. Y sin anuncios de feriados nacionales como sería de esperar en el Macondo pinolero si la muchacha, en lugar de haber vestido también un traje azul y blanco tan parecido al de una Inmaculada Concepción de María, que muchos también han visto como el guiño definitivo a los perseguidos por el régimen, hubiese llevado traje rojinegro o, mejor aún, pulseras, anillos y collares al por mayor.

La dictadura, eso sí, mandó a Fidel Moreno, esbirro del presidente Snow nica, a visitar como en Los Juegos del hambre a la familia de la flamante ganadora como gesto de aviso. Una advertencia de lo que no se va a tolerar. Por cierto que en el video de la «visita», a las puertas de la casa de la familia de Sheynnis, ni una bandera rojinegra. Solo azules y blanco. Se puede ver aún en las redes del 19 Digital. Otro gol. Y como guinda del pastel hemos conocido, gracias a una información contrastada de gran relevancia del periodista Miguel Mendoza, que el régimen ordenó a la compañía aérea Avianca antes de conocer su triunfo que no la dejara abordar. Al verla coronada debieron valorar mejor la decisión y han optado por intentar parasitar su éxito. Pero ya a nadie convencen. No a estas alturas.

En Nicaragua un concurso de belleza es mucho más que un concurso de belleza. Y lo es porque los nicaragüenses que quieren la libertad son mucho más que la dictadura que los oprime. En términos cuantitativos y, sobre todo, en términos de altura ética. Por eso disiento de los que no quieren ver la dimensión política en el triunfo de Sheynnis Palacios. No se trata ya de exigirle a la muchacha una toma de postura explícita. Eso ahora ya es lo de menos y no olvidemos además que aunque ella vive fuera del país, su gente está dentro y ya se sabe… Consciente o no, y yo apostaría a que hay en todo lo que ha ido haciendo una intencionalidad bien medida, Sheynnis Palacios ha vuelto a prender una llama de esperanza. A ella le toca ahora disfrutar de su merecido éxito. A los nicaragüenses que quieren un país libre, volver a ilusionarse y unirse en el más importante objetivo común que está por encima de cualquier ideología. Por que se trata de algo posible, a lo que no se debe renunciar, una esperanza que ahora vuelve a volar con la belleza del zanate.