El pasado miércoles conversamos sobre la libertad de expresión, hoy queremos darle continuidad a este derecho para hablar sobre los desafíos a los que nos enfrentamos en el país.

La situación en Nicaragua empeora cada día, el agotamiento y el descontento de la población por la crisis en la que Ortega-Murillo tiene sumergida a la población que llegan a alcanzar a sus propias bases de apoyo.

Numerosos empleados públicos han abandonado sus puestos de trabajo para huir sigilosamente hacia Estados Unidos, al tiempo que varios de sus propios militantes han sido castigados con la cárcel y amenazas por expresar su malestar por el rumbo del país.

Ante este escenario político se suman las terribles condiciones económicas de la población y las proyecciones desfavorables para el futuro inmediato del país. Desde que se inició la crisis sociopolítica en 2018, los sectores económicos más importantes han experimentado un deterioro significativo, a la vez que se ha incrementado el desempleo, la pobreza y la informalidad. Aunque ha «liberando» a sus rehenes, Ortega mantiene el Estado policial y la persecución sobre la población nicaragüense. Lo vimos esta semana con la cacería de detenciones ilegales y arbitrarias. Este escenario nos obliga a seguir reflexionando sobre el derecho a la libertad de expresión.