A las presas políticas, la dictadura Ortega-Murillo les sigue torturando



Redacción AP

Cae la tarde en Managua, el día fue lluvioso. En una cafetería se reúnen dos jóvenes universitarias a quienes por motivos de seguridad llamaremos “Perla” y “Marta”, dos muchachas feministas que resisten en un país con más de 190 personas presas políticas, de las cuales 18 son mujeres.

Te imaginas como se encuentra la Dora – Téllez -, Tamara – Dávila -, Ana Margarita – Vijil – y la Violeta -Gran era -, dice Marta, mientras toma café. Respira e inmediatamente sus ojos se ponen sollozos.

“Su único delito ha sido luchar por un país diferente, con una verdadera democracia con justicia y libertad. Estas aspiraciones justas y legítimas, les han sido bloqueadas por un líder machista que se niega a dejar el poder”, comenta Perla, una chavala veinteañera quien afirma que resistir de forma pacífica es un gran reto para el país.

Según reporte de sus familiares, las celdas de Dora María Téllez, Ana Vijil y Suyén Barahona, están sometidas a luz de bombillos eléctricos las 24 horas del día, sin saber cuándo es de noche y cuándo de día. Una de las formas de tortura de la dictadura Ortega-Murillo.

En Nicaragua la ley se impone al mandato del dictador y su esposa, ambos se han mantenido en el poder sobre jueces y diputados del Parlamento Nacional para modificar y reinterpretar la Constitución, y de esa forma deshacerse de los límites de su mandato, que aunque Ortega fue un guerrillero para luchar contra la dictadura somocista, Ortega se volvió peor que su antecesor.

El sostén de la pareja dictatorial son las fuerzas represoras. Tanto la policía como el Ejército instituciones que han dejado de ser “nacionales” y forman  parte de la estructura que rinde pleitesía al dictador.

Suyén Barahona lleva 14 meses encarcelada injusta, arbitrariamente y completamente aislada, sin derecho a hablar, porque si lo hace es castigada. Su principal interacción es con sus captores que durante este tiempo la han sometido a unos 260 interrogatorios en las celdas de El Chipote en Managua, según una nota de la organización radicada en Costa Rica Sé Humano, donde se encuentra el grueso del exilio político nicaragüense.

El rostro de la presa política fue visto a través de un retrato hablado que revela en su palidez, las huellas de la incomunicación y la tortura a la que ha estado sometida por más de 400 días dice la organización. 

Durante su cautiverio la luz de su celda permanece encendida las 24 horas, no se le permite recibir material de lectura, ni papel y lápiz para escribir. “Suyén resiste las constantes violaciones a sus derechos humanos con valentía, integridad y dignidad”, aseguran sus familiares. 

Así se encuentra @SuyenB1, según las pocas visitas que le han permitido a sus familiares.

Exigimos un #AltoALaTortura en #Nicaragua. Las personas presas políticas y sus hijos/as merecen un trato humano. pic.twitter.com/3MYqypHbxB

— SeHumanoNicaragua (@SeHumanoNic) August 9, 2022

Suyén es una de las 18 mujeres que el régimen Ortega Murillo se ha ensañado con crueldad y mantiene prisioneras en condiciones de tortura en diferentes cárceles del país, por alzar su voz y demandar justicia y democracia para Nicaragua. Suyén era la presidenta de UNAMOS (antes MRS)  y fue capturada por la policía de forma arbitraria el 13 junio del 2021, en presencia de su pequeño  hijo de 5 años, durante una brutal ola represiva desatada en contra de dirigentes políticos,  organizaciones de la sociedad civil y periodistas. 

Suyén de 45 años, es feminista, ambientalista, activista política, y de derechos humanos. También es licenciada en Relaciones Internacionales y tiene estudios de maestría en Política Medioambiental. “Desde joven ha querido servir a Nicaragua, siempre ha estado comprometida con los derechos de la mujer y con elevar el nivel educativo de los jóvenes de manera que se puedan abrir nuevas oportunidades”, aseguran sus familiares.

Perla y Marta, conversan de la importancia de no dejar morir la memoria histórica. “Es importante que este pueblo conserve su memoria a través del tiempo y, que en un momento determinado se pueda tener una explicación de todo esto que estamos viviendo y que los adultos acepten los errores que cometieron al dejar en el poder a un hombre que nos jodió la vida”, reflexiona Perla en referencia a las violaciones de derechos humanos que la dictadura comete en contra de la población nicaragüense.

Mientras, Perla y Marta le mandan energía espiritual a las prisioneras políticas. Ellas resisten desde el encierro y con su moral siguen demostrando que Daniel Ortega, como lo evidencia la historia, es un abusador sexual y un abusador político.

“Las feministas debemos asumir como una lección que en medio de esta crisis debe haber coherencia entre la conducta moral, personal, entre lo privado y lo público, es lo único que nos va a garantizar que tengamos personas líderes íntegras que nuestro país necesita” reflexionan ambas mujeres.

Se hacen las seis de la tarde, la lluvia se mantiene sobre Managua, en la memoria de Perla y Marta persisten los relatos de Josefina Gurdián, conocida cariñosamente como doña Pinita en los que ha denunciado que Ana Margarita Vijil, “logra dormir tapándose los ojos con su sostén y abrigándose las manos con un par de calcetines”.